Ciudad de México. ¿Qué pueden tener en común tres hombres contratados para un crimen aparentemente sencillo, la industria automotriz y el Detroit de los años cincuenta? Para muchos podría tratarse de temas inconexos, aunque en las experimentadas manos del director Steven Soderbergh –ganador de la Palma de Oro en Cannes por Sex, lies and videotape en 1990 y del Óscar por Traffic en 2000– resultan en una película al estilo de las novelas negras estadunidenses, que se las ingenia para no sólo divertirnos, sino abrir una interesante discusión en torno a la idea del progreso, la interconectividad y el desprecio de un sistema capitalista voraz hacia a las minorías.
Protagonizada por el ganador del Óscar Benicio del Toro y el también nominado Don Cheadle, Ni un paso en falso (No sudden move, 2021) fue estrenada este año en el festival de cine de Tribeca y ya está disponible en la plataforma de streaming HBO Max. La película, filmada completamente durante la pandemia de Covid-19, consigue hacer paralelismos interesantes y controversiales en torno a nuestra relación con la industrialización, así como en la manera en la que estos procesos terminan afectando directamente a quienes casi nunca gozarán de los beneficios de dichos avances debido al rezago que ellas mismas provocan en sectores específicos de la población.
Es en este escenario que la historia de tres ladronzuelos de poca monta –los ya mencionados del Toro, Cheadle y un breve pero maravilloso Kieran Culkin– contratados para secuestrar a una familia, con miras a que el padre les facilite un documento oculto en una caja fuerte de la General Motors, derive en una enredada pero divertida trama de criminales, mafiosos y ciudadanos comunes atrapados sin quererlo enmedio de una lucha de poderes entre empresarios automotrices.
Dotado de un elenco que además de sus protagonistas incluye a David Harbour, Jon Hamm, Brendan Fraser, Julia Fox, Amy Seimetz, Noah Jupe y Frankie Shaw, el siempre propositivo Soderbergh desafía nuevamente las convenciones de Hollywood optando por una película de época cuya estructura emula los filmes de antihéroes de Alexander Mackendrick, Nicholas Ray, Billy Wilder, Don Siegel u Orson Wells, pero con un toque contemporáneo que le permite comentar temas actuales de relevancia, cuestionando qué tanto hemos evolucionado como sociedad y qué tanto en realidad sólo se trata de una mentira para seguir justificando el empoderamiento –ilícito e inhumano– de las grandes empresas en pos de un progreso que sigue beneficiando a unos cuantos y nada más.
Historias superficiales y entretenidas
Platicamos con Soderbergh sobre su nueva película que, en sus propias palabras, “sólo podría haberse realizado para una plataforma de streaming dado que la industria cinematográfica actual busca historias superficiales y entretenidas para atraer público a las salas”.
–Aunque estás contando una historia que en apariencia es un pastiche del cine y las novelas negras de los años cincuenta, Ni un paso en falso tiene otras inquietudes temáticas, siendo una de ellas el hecho de que todos estamos conectados. ¿Por qué explorar ese tema por medio de estos géneros?
“Me gustan mucho las historias que muestran cómo, al final, todos estamos conectados de alguna u otra forma. Uno de los placeres al hacer películas que ocurren en este periodo de tiempo es que no me toca filmar gente viendo pantallas y eso es un placer. Te aseguro que si le preguntas a cualquier cineasta actual, el hecho de que toda la gente está viendo su teléfono todo el tiempo, así como la velocidad en la que viaja y obtiene la información, se ha convertido en un problema en términos dramáticos. En esa época las personas se comunicaban verbalmente y si llamaban por teléfono casi nunca sabías quién era.
“Además, el guionista Ed Solomon encontró información que yo no sabía sobre la industria automotriz en esa época. Yo ya me había acercado a contarle mi idea de tres hombres desconocidos que entran a una casa y él le sumó el tema de los autos. A partir de esos dos conceptos desarrolló la historia. Porque es un guionista muy especial, que además es bueno para describir personajes interesantes y para construir la aritmética de una trama. Así que mi trabajo es descifrar cómo haré que la película funcione, que se sienta situada en la época, pero que eso no signifique una distancia con un público moderno.”
–Hablando de no distanciar a la audiencia, ¿qué tan importante fue contar con el elenco que tiene la película? Todos son rostros conocidos que entran y salen de escena. Sin embargo su trabajo es tan bueno que, aunque se trata de nombres que capturan tu atención, rápidamente lo olvidas y descubres que sólo te metieron más en la película…
“Tienes mucha razón. Ése es el valor de tener actores y actrices reconocibles en papeles de reparto. Como director quieres sacar provecho de toda la historia fílmica que hay detrás de esa persona, mientras que como espectador es más seguro aferrarte a alguien que conoces de antes. Sin embargo, hay que ser muy cuidadoso al hacer algo así. El uso de esos grandes nombres exige mucha precisión y creo que aquí lo hicimos bastante bien. Cada una de sus apariciones mueve la historia hacia delante y eso era importante para que la gente no se pierda conforme vamos avanzando.
“Pero no se trata solamente de sus nombres, sino que usas sus carismas. Porque la mayoría de estos personajes son criminales, sin embargo quieres saber qué será de ellos. Y no sólo eso, sino que en algunos casos deseas que las cosas les salgan bien, porque es evidente que son víctimas de un sistema que los obligó a dedicarse al crimen y terminará por joderlos también.
“Una de las grandes oportunidades que me presentó esta película y de la que quise sacar ventaja fue el lenguaje visual de aquella época y de este género de películas porque, aunque no glamoriza, sí hace que el elenco luzca como si se tratara de las grandes estrellas del cine clásico hollywoodense. Las tomas son amplias, el contraste es alto y la cámara está en una posición muy baja para que los actores se vean inmensos. Todo eso, aunque es meramente estético, ayuda a que como público los veamos más grandes e imponentes que cualquier otra persona.”
–Pero no es algo meramente estético y ya. Tu cine siempre ha tenido intención y discurso. Esta película no es la excepción porque desde la historia y sus elementos navega por temas como la corrupción, la injusticia social, el rezago de las minorías y cómo todo esto está ligado a las ambiciones económicas y la idea de progreso que tienen las grandes empresas, así como sus consecuencias en los individuos.
“Claro. Cuando Ed Solomon encontró información sobre cómo el desarrollo del convertidor catalítico despierta discusiones sobre la industria automotriz en Detroit durante los cincuenta y la forma tan obvia e intencional en la que eso destruyó la comunidades afroestadunidenses. Hay fotografías que muestran el antes y el después de esos vecindarios. Incluso tenemos una aparición especial de uno de mis actores favoritos en el cual su personaje muestra la forma en la que estos empresarios no se tentaban el corazón; sin embargo viven lavándose las manos, argumentando que el crecimiento es así, como si no tuvieran control sobre ello.
“Me encanta cuando una idea resulta en historias que tienen muchas capas porque hace que la película no sea algo que puedes desechar una vez que terminaste de verla, aunque sean cintas como esta, que simplemente busca entretener. Este filme es algo que la gente discutirá al terminarlo porque se podrán relacionar con esos temas. Es algo que seguimos viendo alrededor del mundo. La gentrificación que se escuda disfrazada en el progreso muchas veces tiene, entre sus daños colaterales, la vida de muchas personas y son sus historias las que me interesa contar.”