Después de 11 días de bombardeos israelíes sobre Gaza, en mayo de este año se generó “un cambio radical” en la percepción de la opinión pública mundial en torno a ese conflicto del Medio Oriente “y hoy es posible avanzar en la solidaridad y el activismo a favor del pueblo palestino como antes no se podía”, asegura Maren Mantovani, directora del Comité Palestino por el BDS, como se denomina al movimiento por el boicot, la desinversión y las sanciones como una forma de presión contra el sistema de apartheid de Israel.
Durante el coloquio que organizó el Colegio de México, “Palestina más allá de Gaza”, ella y otros activistas de Europa, Chile, México y una representante del movimiento juvenil palestino explicaron los alcances de estas campañas.
En México, por ejemplo, se promueve la campaña Stop Cemex, que busca presionar a esta empresa mexicana para que cese su venta de cemento para la construcción de los muros de Cisjordania y los asentamientos ilegales de israelíes en los territorios ocupados de Palestina.
En el marco del boicot académico, que según explicó Araceli Cortés Galán, doctorada en pedagogía por la UNAM y del Centro de Estudios de África-Asia del Colmex, se busca que universidades y centros culturales dejen de tener programas de colaboración con centros de conocimiento sionistas y se ha logrado que la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) se sume a los “espacios libres de apartheid israelí”. Desde el BDS México se propone también que el Colmex haga lo mismo.
Otro objetivo es presionar a favor de que más gobiernos del mundo reconozcan al Estado palestino diplomáticamente. En el caso de México, explicó Cortés, se pretende que la Secretaria de Relaciones Exteriores sea congruente con el principio de la autodeterminación y con su discurso de la coexistencia pacífica de dos estados y formalice su relación con Palestina.
Otra campaña es la promoción de un boicot comercial a la poderosa industria armamentista israelí, una de las mayores del mundo, que exporta hasta 70 por ciento de su producción militar a países del sur global, particularmente en América Latina. Francisco Abogasi, de la Pontificia Universidad de Chile y coordinador del movimiento BDS latinoamericano, recordó que las armas que han sido utilizadas recientemente para reprimir a los jóvenes en las favelas de Brasil y en las protestas estudiantiles de Colombia y Chile son compradas a Israel.
Budour Hussein, abogada y periodista palestina radicada en Jerusalén, describió los rasgos que tiene el movimiento palestino actual, lo que piden y piensan los jóvenes en la calle. “A los que crecimos después de la intifada nos dijeron la generación perdida porque sólo queremos vivir. Y sí, queremos vivir, hacer tik toks, subir fotos en Instagram, pero también queremos nuestra libertad, nuestra identidad palestina, no la que aprendimos en la escuela donde domina la narrativa sionista. Decimos: “soy palestina y punto”. No hablamos de derecho internacional. No esperamos ya nada de los líderes del mundo ni de los demás gobiernos, ni de la autoridad palestina ni de los partidos. Hay una ausencia de liderazgo y sólo vemos posible el cambio desde la calle”.
La joven, poeta, invidente e integrante del Centro de Investigación y Derechos Humanos y Asistencia Legal en Jerusalén (JLAC, por sus siglas en inglés), explicó que para esos nuevos movimientos de palestinos, sea en Gaza, en Cisjordania o en Jerusalén, las movilizaciones en las grandes ciudades del mundo fueron una inspiración. Pero mayo, para ellos, significó “un cambio de paradigma. Ya no queremos esperar a lo que las organizaciones puedan hacer. Queremos hablar de liberación total. Nuestro modelo de resistencia dejó de ser una voz pasiva. Ahora es un modelo de confrontación”.