Los gobiernos del mundo, los medios de comunicación y los diferentes cuerpos legislativos sólo se acuerdan del conflicto de Palestina cuando las bombas israelíes llueven sobre Gaza. Ante ese incendio reaccionan coyunturalmente. “Pero Palestina sufre diversas expresiones de esa colonización y una injusticia permanente todos los días”, expresó Gilberto Conde, catedrático del Centro de Estudios de África Asia del Colegio de México, durante el seminario Palestina más allá de Gaza que organizó este centro vía Internet.
Autor de varios libros sobre esa región, Conde destacó que la matanza desencadenada por el ejército israelí contra la población de Gaza en mayo pasado logró detenerse, “no por la intervención del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y del Egipto Abdelfatah El-Sisi, sino por la presión de la opinión pública mundial y las sociedades, que fue muy fuerte”.
Los demás académicos participantes –Alejandra Gutiérrez Luna, Carlos Fernando López de la Torre, Silvana Rabinovich, de la UNAM; Martín Martinelli, de la Universidad de Luján/Clacso, entre otros expertos en Medio Oriente– coincidieron con esta preocupación y destacaron la necesidad de elevar la visibilización de este grave tema global.
Por su parte, Alejandra Gutiérrez Luna, investigadora de la UNAM y maestra de la FES Acatlán, analizó las líneas de la política exterior mexicana frente al conflicto palestino-israelí. La describió como una mezcla de pragmatismo y apego a los principios de la diplomacia, no exenta de contradicciones.
Citó, por ejemplo, el hecho de que México no reconoce al Estado palestino. Sólo nuestro país, junto con Puerto Rico, Colombia y Panamá, todavía se abstienen de este reconocimiento; 139 naciones sí lo hacen. México mantiene una oficina de enlace en Ramala, la capital política de Palestina en Cisjordania. Por otra parte, sí reconoce al Estado de Israel y mantiene una embajada en Tel Aviv.
México, sin postura clara
“No existe una postura ideológica clara, ni antes ni durante esta administración”, señaló la especialista. Enumeró algunos momentos que consideró contradictorios. En 2011, en la conferencia de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, México se abstuvo junto con otros 51 países, por el reconocimiento de Palestina como Estado miembro. Pero en 2012 México votó a favor de reconocer a Palestina como Estado observador no miembro de la ONU.
Otra votación controvertida fue la de 2017, cuando la Asamblea General condenó (con el voto de 128 naciones) la decisión de Donald Trump de reconocer a Jerusalén como capital israelí, en lugar de mantener su estatus especial. México se abstuvo.
Esta postura fue matizada ya en la actual administración, cuando el embajador ante Naciones Unidas, Juan Ramón de la Fuente, lamentó que el Consejo de Seguridad no se posicionara a favor del mantenimiento del estatus de Jerusalén. Más recientemente, también en el Consejo de Seguridad, De la Fuente lamentó, durante el debate sobre los bombardeos de Gaza, la “pérdida de vidas humanas”, pero no reconoció la desigualdad de bajas (más de 250 palestinos, 12 israelíes; 72 mil desplazados palestinos, ninguno de Israel).
Puerta abierta para cambiar
En contraste, en el seno de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU sí condenó la escalada violenta de Israel (lo que causó que Tel Aviv llamara al embajador mexicano a dar una explicación) y además fue el único país latinoamericano en donar 75 mil dólares en ayuda humanitaria para los desplazados palestinos.
Éste, concluyó la catedrática, doctora en ciencias políticas, “es un pequeño avance que esperemos deje abierta la puerta para que en un futuro México reconozca finalmente al Estado palestino”.
Durante dos días, de manera virtual, 16 catedráticos de México, Argentina, Chile, Gran Bretaña, Reino Unido e Israel analizaron el tema en este seminario.