Suceda lo que suceda –pandemias, terremotos, inundaciones, etcétera– la banca privada que opera en México de todas, gana todas, y en los primeros cinco meses del presente año acumuló utilidades netas (limpias de polvo y paja) por 65 mil millones de pesos, casi 27 por ciento más que en igual periodo de 2020, un jugoso pastel de ganancias cuyas rebanadas más gruesas se quedan en dos trasnacionales financieras (BBVA y Citibanamex).
En la tienda de enfrente, los mexicanos no dejan de pagar por el “rescate” bancario ilegalmente realizado por el ex inquilino de Los Pinos Ernesto Zedillo, quien 26 años atrás, sin más, echó a las espaldas de la sociedad una deuda superior a 500 mil millones de dólares y limpió todo tipo de adeudos de los mismos propietarios de la banca reprivatizada.
Los números son similares, pero unos para el gozo y otros para el pozo: de diciembre de 2000 al cierre de mayo de 2021, las utilidades netas acumuladas por la banca privada que opera en México sumaron un billón 681 mil 204 millones de pesos, y esos dineros se reparten entre los accionistas de las instituciones participantes.
En cambio, en diciembre de 2000 el saldo del “rescate” del Fobaproa (hoy disfrazado de IPAB) ascendió a 648 mil millones de pesos (que, quiéranlo o no, deben pagar los mexicanos porque los prianistas “legalizaron” el adeudo) y al cierre de 2021 el acumulado había crecido a 969 mil millones, a pesar de que anualmente la Cámara de Diputados autoriza, como parte del Presupuesto de Egresos de la Federación, una partida específica que se destina a pagar dicho débito.
En esas dos décadas, del presupuesto nacional han salido entre 840 mil y un billón 50 mil millones de pesos para “reducir” la deuda heredada del “rescate” bancario y el saldo sigue creciendo. Además, hay que considerar los pagarés Fobaproa que en 2004 rápidamente pagó el gobierno de Vicente Fox (alrededor de 240 mil millones de pesos en una sola entrega) a los banqueros, lo que en marzo de 2005 llevó a decir al presidente de la asociación respectiva, Manuel Medina Mora, entonces cabeza visible de Citibanamex, que “la banca resolvió todos los pendientes del pasado; el Fobaproa es un capítulo cerrado”.
¡Claro!, gobierno foxista y banqueros lo “cerraron” simplemente porque la deuda se la endosaron a los mexicanos, quienes no dejan de pagar carretadas de dinero cada año sólo para que los barones del dinero ganen cada día más y los ciudadanos paguen cada día más, porque el saldo del adeudo no deja de crecer. De diciembre de 2000 a igual mes de 2020, el saldo de la herencia neoliberal Fobaproa-IPAB se incrementó cerca de 50 por ciento, y contando.
Cómo olvidar que en enero de 1995, el entonces gobernador del Banco de México, Miguel Mancera Aguayo, aseguraba que el apoyo económico del erario, vía Fobaproa, a las18 instituciones reprivatizadas por Carlos Salinas de Gortari, a favor de sus amigos, “no rebasará los 50 millones de dólares” y, “en caso de necesitarse”, tal ayuda “será temporal”. Veintiséis años después, los banqueros acumulan utilidades de ensueño y los mexicanos no le ven llegar, porque, si bien va, terminarían de pagar el Fobaproa allá por el año 2070.
El más reciente reporte de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) da a conocer que en los primeros cinco meses de 2021 los 51 bancos que operan en el país acumularon utilidades netas por 65 mil millones de pesos (42 por ciento de ellas para BBVA y Citi-Banamex), es decir, a razón promedio diario de 433.34 millones (incluidos sábados, domingos y días festivos), o si se prefiere 18 millones por hora.
La jauja, pues. Sin embargo, las ganancias crecen como la espuma, pero el financiamiento de la banca privada se reduce. Como detalla la CNBV, en los cinco primeros meses de 2021 la cartera de crédito vigente se redujo 12.4 por ciento respecto del mismo periodo de 2020. Se supone que su principal negocio es “colocar” crédito entre los sectores productivos y los ciudadanos que lo requieran, pero aquí sucede lo contrario: las utilidades crecen, el crédito cae.
Las rebanadas del pastel
Para dar una idea, los 65 mil millones de pesos que en utilidades netas obtuvo la banca privada en cinco meses equivalen al salario mínimo, en igual lapso, de más de 3 millones de mexicanos. De ese tamaño la bonanza de los barones del dinero.