Ciudad de México. Un cantante de ópera “necesita chispas de honestidad, mostrar a su ser, es lo más difícil de generar”, considera el barítono Alfredo Daza (Puebla, 1976) al celebrar 25 años de su debut profesional. En la actualidad forma parte de la Staatsoper Berlín.
Con más de 50 papeles en su historia, muchos villanos por la tesitura de su voz más grave que la de un tenor, en 2004 fue seleccionado por Daniel Barenboim como primer barítono de la ópera estatal de Berlín. Evitar los clichés, considera, es una de las mayores complejidades, porque al interpretar antagonistas “es difícil mostrar el lado oscuro, aplicar tu propia personalidad con las reglas que te imponga el director”, conversa en entrevista.
Barenboim presentó la próxima temporada de la compañía estatal, cuando las salas de concierto recibirán de nueva cuenta al público. El director argentino-israelí consideró que las transmisiones en línea “se sienten como sólo tener una foto de un ser querido”.
El año reciente, para todos en el mundo, implicó un fuerte reto, y “estamos un poco más conscientes de la realidad y lo vulnerables que somos, fue una llamada de atención. A los músicos nos tocó muy fuerte porque no nos dejaban hacer nada, no podíamos cantar ni en la Iglesia. Se decía que el canto era contagioso; ha sido desmentido varias veces”.
Hay un aprendizaje, “aunque suene a Coelho, esta vida no la tenemos garantizada, aunque estemos jóvenes o hagamos ejercicio. Por eso debemos disfrutar de la vida. Claro, de forma responsable, con la esperanza de que seamos mejores. Para un cantante de ópera el proceso de asimilación de lo que sucedió no es muy diferente al de cualquier otra persona que razone, debemos confiar en la ciencia”.
Aun sin vislumbrar cómo será la nueva experiencia en las salas de concierto, reconoce que “en pandemia cambió mucho”, con muchos ajustes, como incómodos ensayos con mascarilla, “no sabes ni lo que estás cantando”. La interacción entre los músicos sobre el escenario es a distancia, con pruebas PCR o de antígenos para detectar el Covid-19, ya sea al cruzar fronteras, al ingresar al teatro y cada dos o tres días.
También para el público, pues para el ingreso está muy controlado, con registros de nombre y teléfono para obtener un boleto. Los teatros están medio vacíos.
Con la ópera Carmen, legado de George Bizet y su enseñanza gitana de que el amor es un pájaro rebelde, debutó el 12 de junio de 1996 en el Auditorio Nacional. Daza personificó al contrabandista Dancairo, “un papel que se presta mucho para barítonos jóvenes”.
Recuerda en entrevista que en el estreno se sentía nervioso: el director Enrique Bátiz imponía mucho. A pesar de haber cantado en el Conservatorio de su natal Puebla y en el Nacional, además de ser parte de los solistas de Bellas Artes; el trágico trío amoroso fue su primera ópera como profesional.
Un cuarto de siglo después ha trabajado junto a grandes directores de orquesta, como Simon Rattle, James Conlon o Gustavo Dudamel. En San Francisco volvió a interpretar a Dancairo, ya con la experiencia. Su voz ha cambiado, por la madurez y a causa de un accidente vascular cerebral ocurrido en 2018.
En su opinión, todos los papeles son difíciles, cuando “la haces de malo, piensan que debes hacer cara de bulldog”. Recuerda a Renato, de la ópera verdiana Un baile de máscaras, “es muy fácil estar rabioso, pero en realidad el hombre está destrozado, o Scarpia en Tosca, que está enojado al principio, pero luego se da una divertida torturando al otro. Es el trabajo histriónico detrás, no nada más es cantar”.
El hecho de ser mexicano, opina, no lo ha complicado, pues el caminoes sinuoso para todos, hasta los estadunidenses o europeos, en un medio tan competido, con pocos foros.
“En la historia de la humanidad el artista siempre ha sido ninguneado. Yo comprendo en el sentido de la pandemia que los trabajos realmente indispensables son el personal médico, sobre todo las enfermeras, tan mal pagadas muchas veces, así como los cajeros o los traileros. Nosotros no somos indispensables, pero sin el arte te vuelves loco.”
Este año de celebración profesional, acaba de presentarse por primera vez en una obra de zarzuela, ya se prepara para interpretar a Enrico de Lucia di Lammermoor, en el Liceu de Barcelona, junto “al paisa” Javier Camarena y la nueva temporada en Berlín, donde se canceló Simón Boccanegra por el número de cantantes en escena. Pero en su lugar montarán Madama Butterfly, así como una nueva temporada de Parsifal, de Wagner. De esta misma obra, con dirección escénica de Mario Martone, hace unas semanas se lanzó una edición en devedé.
El barítono desearía celebrar en México, presentarse en algún foro. Sin embargo, el futuro aún es incierto.