En la mañanera de ayer el presidente López Obrador calificó de “segunda Conquista” de México la masiva llegada de trasnacionales españolas a México, “sin generalizar”, durante los sexenios de Fox, Calderón y Peña Nieto (sin olvidar a Zedillo), durante los cuales se recurrió a la vieja práctica de intercambiar oro por espejitos, no sin antes recibir sus respectivas mochadas. Todo les entregaron –subsidios incluidos– y el país nada recibió a cambio.
Lo dijo así: “(se respeta sintaxis) fue como la segunda Conquista, vinieron y agarraron a México como tierra de conquista las empresas españolas. No generalizo, porque hubo algunas que cumplieron, pero, a ver, Repsol, en la época de Peña, le vendieron hasta acciones que eran de Petróleos Mexicanos, acciones que valían 5 pesos se las dieron en 80 centavos, contratos para la compra de gas de 26 mil millones de dólares, la entrega del contrato para extraer supuestamente más gas de la cuenca de Burgos en Tamaulipas, saquearon, no sacaron más gas, porque estaban bien apalancados. Luego viene OHL, lo mismo. Desde antes, Iberdrola.Hay hasta una investigación ahora en España por sobornos de altos funcionarios de Iberdrola, cometieron hasta la ofensa de llevarse a trabajar al ex presidente Calderón como consejero. Una burla”.
Repsol no ha sido la única, pero sí una de las principales privilegiadas por los gobiernos de los últimos tres tristes inquilinos de Los Pinos. Desde la concesión territorial en la Cuenca de Burgos (la zona gasífera más grande del país), por medio de los denominados “contratos de servicios múltiples” (un invento privatizador de Fox, que “garantizará la autosuficiencia gasera”; hoy, México es importador neto de ese carburante), pasando por la desastrosa, fallida y onerosa “asociación” de Pemex con esa trasnacional (sin olvidar los “contratos integrales” –vil copia de los contratos de riesgo del alemanismo, cancelados en 1970– que el Borolas utilizó de disfraz para acelerar la privatización de Pemex), hasta la generosa “atención” que recibió este consorcio “gracias” a la “reforma energética” de Peña Nieto.
Un ejemplo es el (fallido) negocio que Fox armó para Repsol con gas boliviano (Calderón insistió, pero también se le apestó). En septiembre de 2003 el entonces mandatario de esa nación andina, Gonzalo Sánchez de Losada (alias El Gringo) aprobó exportar gas barato a México para renviarlo a Estados Unidos, por medio del consorcio Pacific LNG (Repsol y British Gas), acaparadora de los hidrocarburos bolivianos tras la “capitalización” de 1996. La trasnacional obtendría ganancias de ensueño.
El Gringo mordió el polvo, y Vicente Fox rearmó el negocio con el sucesor, Carlos Mesa, y de nueva cuenta tomó forma la exportación de gas boliviano a México para renviarlo, vía Repsol, a Estados Unidos. Evo Morales lo impidió: ganó la Presidencia de Bolivia y le mandó decir al de las ideas cortas y la lengua larga que “no es posible que quiera hacer problemas conmigo y con toda una nación por defender intereses ajenos a los de su país”. Y el Chente contestó: “si el gas boliviano no se exporta, bueno, pues ni hablar, lo van a consumir ahí o se lo van a comer; allá ellos”.
A cambio, el gobierno foxista –con Calderón en la Secretaría de Energía y en su carácter de presidente del consejo de administración de Pemex– adjudicó a Repsol el primer “contrato de servicios múltiples”, para explotar gas natural en la cuenca de Burgos. La trasnacional fue la única participante en la “licitación” pública: 2 mil 500 kilómetros cuadrados de territorio me-xicano, con reservas probadas de gas natural estimadas en 57 mil 800 millones de pies cúbicos. Además, 50 localidades (incluidas en el contrato) en las que se calculó la presencia adicional de 101 mil 100 millones de pies cúbicos de reservas probables. Todo por 122 millones de dólares al año durante 20 años, con derecho a prórroga.
Por si fuera poco, en agosto de 2005 la prensa europea divulgó que Repsol exportaría a México gas natural peruano, muchísimo antes de la respectiva “licitación” (que se llevó a cabo en junio de 2006) de la Comisión Federal de Electricidad. Como en Burgos, la española resultó ser la única participante, y firmó un contrato por un monto garantizado de 183 mil 51 millones 215 mil 337 pesos, con vencimiento el 31 de diciembre de 2022.
Las rebanadas del pastel
Y sólo son ejemplos, porque la “segunda conquista” ha sido brutal.