Ciudad de México. Con su máquina del tiempo, Alberto Chimal podría contemplar el máximo esplendor de la cultura maya hace miles de años o imperios sepultados en la desmemoria de los siglos, como el corazón bizantino en Constantinopla. La ciencia aún no ha logrado tal hazaña. En cambio, la literatura permitió al escritor desplazar a un viajero enigmático por el pasado y futuro a bordo de microficciones con humor anárquico gestadas en Twitter y congregadas en el libro La saga del Viajero del Tiempo, recién publicado por la UNAM como parte de su colección Hilo de Aracne y que presentará mañana.
En entrevista el autor comenta que “por desgracia se presta mucha atención a esta especie de contenido tóxico que se ha vuelto frecuente encontrar en las redes sociales, los conflictos de cada día, incluso los escándalos fabricados. Lo cierto es que la plataforma en sí misma puede servir para toda clase de escritura, de contenido, no tiene que ser necesariamente el chisme, sensacionalismo o discurso de odio”.
Por meses escribió las historias del misterioso personaje sin nombre, quien habla con Sigmund Freud, Pancho Villa, William Blake, Sor Juana Inés de la Cruz o Drácula con paradojas en el tiempo donde las definiciones sobre el pasado, futuro y presente se pierden en 140 caracteres (después 280) como dicta una avecilla azul.
“El Viajero del Tiempo reúne las historias que ha oído contar de sus aventuras. La mitad está aún en su futuro. No sabe si alegrarse”, es uno de los microrrelatos contenidos entre las páginas recién impresas por la editorial de la universidad nacional. ¿Pero quién es el Viajero del Tiempo?, es lo primero que inquiere.
Chimal (Toluca, 1970) destaca como uno de los autores mexicanos de la narrativa fantástica. También, por su constante ejercicio en Internet, ya sea dando los buenos días en redes sociales, lanzando retos de escritura, dando cursos en línea o con charlas en un canal de YouTube. Fue convocado a ser parte de los autores de la colección Hilo de Aracne, con narraciones ilustradas que cuestionan la lógica del mundo.
El singular y anónimo viajero es un antiguo conocido en la literatura de ciencia ficción. Es el protagonista de la novela La máquina del tiempo, que el escritor británico H.G. Wells publicó en 1895, el primero en imaginar el poder de superar la cuarta dimensión. Alberto Chimal lo conoció desde la adolescencia, “ya para entonces la idea del viaje en el tiempo era incluso vieja, con incontables historias en cine, televisión y libros”. Sin embargo, “ver el origen de ese tema tan conocido fue una experien-cia reveladora”.
Así que lo invitó a relatar sus aventuras desde las redes sociales. “Lo que le interesa a H.G. Wells de su personaje no es tanto cómo funciona el aparato, sino ver cómo cambia la humanidad y evoluciona en el futuro”. En la versión del siglo XXI que aparece ahora, busca dibujar “la noción de un viajero como visitante de otras épocas y lugares, en relación con otros entornos y personajes”.
Se suma “desinflar a grandes figuras que siempre están en un pedestal. Me encontré con un espacio para jugar con un humor personal que es muy mío, no sólo en la escritura, incluso más en mi trato personal”.
El Viajero en el Tiempo abordó primero una máquina llamada Twitter, sus traslados se expandieron hasta la materialidad del papel, y será presentado mañana a las 19 horas por Alberto Chimal, quien presiona el motor del ir y venir, a través del canal de YouTube de Libros UNAM.
La “propuesta resuena mucho conmigo, con quien soy”, debido a su humor alocado, que coloca en situaciones cotidianas a grandes personajes literarios, de ficción o históricos, dice el autor.
La colección de historias de breves líneas “contiene material que ya se publicó hace años, reformado con otra estructura. Al mismo tiempo, cerca de la mitad es material nuevo”. Dar coherencia en la antología fue “difícil, pero divertido. La parte más complicada fue tratar de encontrar una secuencia que se prestara para la lectura en libro, que es muy distinta a la lectura en línea. La solución se ve desde el índice, hay una especie de historia muy sutil, como si varias personas hablaran del Viajero del Tiempo”.
A las palabras, se suman las ilustraciones de Sólin Sekkur, las cuales “son una especie de mundo de sueños, un acompañamiento de las atmósferas de las historias”.
Alberto Chimal medita al final de la entrevista, vislumbra partir hacia algún lugar pacífico entre los siglos de la historia “donde todos los conceptos que yo tengo acerca del pasado carecen de validez”.
Su amigo literario, caprichoso, navega por otros rumbos: “El Viajero del Tiempo regresó a asesinar a H.G. Wells. Luego vivió feliz y en secreto por toda la eternidad”.