El número de contribuyentes con los ingresos más bajos en México es 100 veces superior respecto a los que más ganan. Aun así, estos últimos aportan prácticamente la mitad de la renta que el país recauda entre personas físicas. Sin embargo, coincidieron analistas, eso no quiere decir que el sistema fiscal en el país sea progresivo.
De acuerdo con expertos, las brechas salariales en el país son tales que la recaudación en los ingresos que menos perciben son un efecto de lo mínimos que son los sueldos, mientras entre los sectores de mayor ingreso se tributa apenas la mitad que en el promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
En el fondo no se trata de a qué decil (división de la población conforme a sus ingresos) se le cobren más impuestos, sino a qué factor, exponen especialistas.
Un documento de trabajo de Fundar muestra que 64 por ciento de los ingresos generados en el país se pagan al capital y 36 por ciento al trabajo. Prácticamente una ganancia de dos a uno. Sin embargo, el capital tributa apenas 48 por ciento de los ingresos generales.
Al revisar los ingresos por impuesto sobre la renta (ISR), con base en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, la Secretaría de Hacienda reporta que en 2018 los hogares del decil X aportaban 51.3 por ciento de la recaudación total personal, pero dicho impuesto apenas significó 19.7 por ciento de sus ingresos.
Adrián García, investigador de Ingresos e Impuestos del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), explicó que en el ISR la tasa marginal más alta es de 35 por ciento y eso solamente aplica para quienes ingresan más de 3 millones 900 mil pesos al año, “muy pocas personas entran aquí”; mientras en el promedio de la OCDE dicha tasa alcanza 40 por ciento.
Incluso los tres deciles de mayor ingreso representan una tercera parte del ISR que se recauda en los hogares. Esto responde a que “los ingresos de los deciles más bajos son sumamente bajos, por lo que el impuesto que terminan pagando en términos monetarios también lo es”, detalló el investigador del CIEP.
“A pesar de esto el sistema fiscal mexicano en su conjunto es de los menos progresivos en el mundo”, lamenta García. Basta comparar el coeficiente de Gini antes y después de impuestos para ver prácticamente nulo cambio. En general, esta desigualdad se ha repetido con pocos cambios en México: uno por ciento de la población tiene los mismos ingresos que 75 por ciento más pobre.
Por otro lado, la incidencia del impuesto al valor agregado (IVA) con respecto al ingreso presenta un nivel relativamente similar para todos los deciles, según reporta Hacienda. Así que “en términos técnicos, significa que tiene un impacto regresivo en la distribución de la renta”, exponen Sugey de J. López Pérez y Xavier Vence en El Trimestre Económico.
Emmanuel Ramírez, investigador del programa de Justicia Fiscal de Fundar, consideró que para promover un sistema fiscal más “justo”, más allá de ver a qué sectores de la población se cobran más impuestos, se debe observar la incidencia que tienen los impuestos en el ingreso.
Fundar documenta que la fuente de ingresos menos desigual es el trabajo, tal que el uno por ciento más rico del país se queda con 3 por ciento de ese recurso, mientras la mitad más pobre alcanza hasta 23 por ciento. Por el contrario, la desigualdad rebasa con los ingresos por negocios y las rentas de propiedad.