Al grito de “¿No que no?, ¡sí que sí! ¡Ya volvimos a salir!”, miles de personas tomaron ayer las calles del centro de la capital en un ambiente de fiesta y bullicio para gritar, nuevamente por todo lo alto, su identidad durante la 43 Marcha del orgullo LGBTTTIQ y exigir el reconocimiento de sus derechos, así como el fin de la violencia y los crímenes de odio en México.
Como ocurre cada junio, Paseo de la Reforma fue el lugar de encuentro de una multitud formada en su gran mayoría por jóvenes, pero que también incluyó a personas de todas las edades y a familias completas con niños para ondear las banderas multicolores que dan forma a este movimiento.
Con un grupo de mujeres trans al frente, la caminata dio inicio en medio de batucadas, guirnaldas brillantes y coronas de plástico, así como frases de lucha (“Y va a caer, y va a caer, la homofobia va a caer”, entre otras), pero también con consignas irreverentes y lúdicas, entre ellas, “alerta, alerta que camina, que América Latina será toda jotería”.
La marcha representó un encuentro de diversidades dentro de la diversidad. Así, por ejemplo, estaba Camila Ramírez, una joven de 17 años de edad que no hace mucho tiempo “salió del clóset” ante toda su familia, para hacerle ver que su atracción por otras chicas no era “una etapa pasajera” ni se debía a que estudiaba en una escuela exclusiva para niñas.
Junto a ella estaba también Demian, hombre trans que a los seis años de edad comenzó a cuestionarse por qué se sentía incómodo con su cuerpo. Luego de obtener información sobre su sentir y acudir con un sicólogo que le aclaró el panorama, decidió comenzar a tomar hormonas para “transicionar”, y hoy le planta cara a la etapa de acoso que sufrió cuando era niño.
Voces críticas
Pero dentro del ambiente de alegría y festividad, también hubo lugar para la crítica. Ángel Ramírez, integrante de la organización Universo Positivo, lamentó que dentro de los grupos de diversidad sexual a veces haya más discriminación contra quienes viven con VIH y que se hagan tantos llamados a “salir del clóset”, en vez de decir “toma tu tiempo; conócete, no tienes que demostrar nada a nadie”.
Al llegar al Zócalo, los participantes en la marcha conminaron a las autoridades capitalinas a declarar esta movilización “patrimonio sociocultural de la Ciudad de México”, y exigieron un alto a los crímenes de odio y la violencia de género, especialmente en contra de la población trans.
Precisamente, en el contexto de la pandemia y ante la cercanía entre los manifestantes, se exhortó a mantener la sana distancia, así como a que nadie dejara de usar cubrebocas (muchos de los cuales eran alusivos a la diversidad sexual).
“Las autoridades nos piden distanciarnos, así que ¡ábranse, perras!”, dijeron. Inmediatamente, todas y todos respondieron con un grito de euforia e intentaron acatar la recomendación.
La Secretaría de Gobierno de la Ciudad de México reportó saldo blanco al término de la marcha y calculó que por lo menos participaron 30 mil personas.
(Con información de Elba Mónica Bravo)