Roma. El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y el canciller israelí, Yair Lapid, se reunieron en Roma el domingo mientras sus nuevos gobiernos buscan inaugurar una nueva era en sus relaciones.
El encuentro es un intento por dejar atrás la época en que Donald Trump ejercía la presidencia en Estados Unidos y Benjamin Netanyahu gobernaba Israel, una época que agravó las divisiones partidistas dentro de ambos países.
Ahora, con Trump marginado en Florida y Netanyahu liderando la oposición, el presidente Joe Biden y el primer ministro Naftali Bennett se centran en la diplomacia pragmática en lugar de iniciativas dramáticas que puedan causar rencores internos o distraer de otras prioridades.
“En los últimos años, se cometieron errores”, dijo Lapid a Blinken mientras se sentaban para conversar en un hotel de Roma. “La posición bipartidista de Israel se vio afectada. Arreglaremos esos errores juntos”.
Lapid dijo que ha hablado con demócratas y republicanos desde que asumió el cargo y les “recordó a todos que compartimos los valores más básicos de Estados Unidos: libertad, democracia, mercados libres y búsqueda constante de la paz”.
Blinken destacó que a pesar de que los dos gobiernos son nuevos, “la base en la que estamos trabajando es la de una asociación duradera, una relación, una amistad entre Estados Unidos e Israel”.
La estrategia busca enfocarse en logros más pequeños, como apuntalar el alto del fuego que puso fin a la guerra del mes pasado entre Hamas e Israel y reponer el sistema de defensa misil israelí. Un impulso importante para reactivar el proceso de paz entre Israel y palestinos podría alterar el delicado equilibrio.
“Nadie cree que sea una buena idea comenzar por una nueva iniciativa de paz importante”, dijo Ilan Goldenberg, experto en Medio Oriente en el Center for a New American Security, una institución sin fines de lucro. “Pero hay cosas que puedes hacer silenciosamente bajo el radar, en tierra, para mejorar la situación”.
Los estadunidenses e israelíes intentarán resolver las diferencias lejos del público, como en la diplomacia “silenciosa” de Biden, cuando instó en privado a Netanyahu a poner fin a la guerra en mayo.
“Ellos saben que se puede tener una batalla campal, o manejarla a puerta cerrada e intentar mover la política”, dijo Mark Mellman, un consultor estadunidense demócrata que trabajó en las campañas de Lapid.
Ambos gobiernos intentarán preservar la frágil coalición gobernante de Israel, en parte reduciendo las provocaciones que contribuyeron a desencadenar la guerra de 11 días que cobró al menos 254 vidas palestinas y mató a 13 personas en Israel.