Nueva York. Estados Unidos se quedó aislado, una vez más, ante el repudio casi universal a su política contra Cuba, con 184 países de los 193 integrantes de la Organización de Naciones Unidas votando a favor de la resolución de la Asamblea General para poner fin al bloqueo impuesto hace casi 60 años contra la isla.
Es la vigésima novena vez en que la Asamblea General de la ONU vota de manera abrumadora contra la política estadunidense hacia Cuba (no hubo votación en 2020 por la pandemia), pero en esta ocasión hubo un poco de suspenso sobre si Washington se abstendría, como lo hizo por primera vez en 2016 en el gobierno de Barack Obama, como parte de su intento por normalizar la relación bilateral.
Pero el nuevo gobierno de Biden –con el cálculo político definido más por Miami que por la relación bilateral con La Habana, y en contra del consenso de esa comunidad internacional de la cual se proclama líder– por ahora decidió refugiarse en la línea dura de su antecesor Donald Trump en el tema de Cuba.
Aunque ha repetido que está “evaluando” esa política, ayer no hubo ninguna indicación de un giro que Biden prometió durante la campaña y que muchos suponían que recuperaría algunos de los avances hacia la normalización que apoyó como vicepresidente en la administración de Obama.
Estados Unidos e Israel fueron los únicos gobiernos en votar en contra de la resolución llamada “Necesidad de poner fin al bloque económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos de América contra Cuba”, y tres aliados de Washington (Colombia, Brasil y Ucrania) se abstuvieron. Cuatro países no votaron.
Bruno Rodríguez, canciller de Cuba, declaró ante el pleno de la Asamblea General que el bloqueo es “una guerra económica” con medidas extraterritoriales, parte de la “injerencia política” que busca generar “la inestabilidad política y social” dentro de su país. “Como el virus, el bloqueo asfixia y mata”, afirmó.
Con una evaluación detallada de los efectos del bloqueo reportado por La Jornada el miércoles (https://www.jornada.com.mx/2021/06/23/politica/009n1pol), Rodríguez señaló que los países integrantes de la ONU “son víctimas del impacto extraterritorial” del bloqueo, algo que “viola las soberanías… y el derecho internacional”.
Enfatizó que el bloqueo es “una violación masiva, flagrante e inaceptable de los derechos humanos del pueblo cubano”.
Con indignación rechazó la designación por Washington, primero con Trump y ahora con Biden, de Cuba como país patrocinador del “terrorismo” y su falta de cooperación en ese rubro, al denunciar que “Cuba ha sido víctima de actos terroristas” que han cobrado la vida de 3 mil 478 cubanos y que tuvieron su origen y o fueron apoyados desde Estados Unidos.
Poco después del voto, Rodríguez festejó en un tuit que con el voto de 184 países “una vez más, desde Naciones Unidas, el mundo dice no a la agresión y a las políticas fracasadas de Estados Unidos contra Cuba. Es una gran victoria del pueblo cubano, de la justicia y de la verdad”.
Estados Unidos buscó justificar su voto afirmando que su política es por el bien del pueblo cubano. En una de esas maniobras diplomáticas un tanto infantiles para los observadores, el encargado de expresar la posición estadunidense no era la embajadora de Washington ante la ONU, sino un subordinado, Rodney Hunter, coordinador político de la Misión de Estados Unidos ante la ONU, quien afirmó que “las sanciones son una serie de herramientas en nuestro esfuerzo amplio hacia Cuba para promover la democracia, el respeto por los derechos humanos y ayudar al pueblo cubano a ejercer las libertades fundamentales”.
Ignorando el coro universal, y los hechos, afirmó que Estados Unidos sigue enviando asistencia humanitaria y es un socio comercial de la isla, a pesar del bloqueo.
Sin reconocer que era algo que es interpretado como ominoso, declaró: “estamos en contacto directo con una amplia gama de la sociedad civil, empoderando al pueblo cubano a determinar sus propios futuros” incluyendo ONG, artistas, periodistas y más.
Pero representantes de decenas de países que votaron a favor de la resolución rechazaron el argumentó de Estados Unidos, reiterando –en gran medida con ese vocabulario diplomático que se suele usar en la ONU– que con esa política violan los principios y valores de esa suprema organización multilateral.
Repitieron que es una política “injustificable”, que sus consecuencias sobre el pueblo cubano, sobre todo durante una emergencia de salud mundial, es inaceptable, y muchos subrayaron que es una “medida unilateral” y “extraterritorial” con implicaciones negativas e “inadmisibles” tanto para la soberanía de terceros países como para los acuerdos de cooperación y de comercio internacional.
Muchos, al explicar su voto, remarcaron y agradecieron la “solidaridad” de Cuba con sus países, sobre todo en el ámbito de salud y otras aportaciones.
Que Washington fue reprobado por casi todo el mundo por su política hacia Cuba no fue registrada entre las principales noticias en ningún medio nacional de Estados Unidos ni fue tema en las conferencias de prensa diarias en la Casa Blanca ni con jefes de la diplomacia estadunidense. La noticia que fue colocada entre las principales del día y que mereció alertas, fue la queja de Britney Spears de que no la dejan vivir como ella desea.