Transcurre el tiempo, pasan los gobiernos, se repiten las políticas públicas que “combaten la pobreza”, pero lo cierto es que año tras año el de por sí tétrico balance social se deteriora cada vez más, algo que a la vista de muchos parecería “normal”, ya que a estas alturas se minimiza uno de los resultados más tétricos del régimen neoliberal, sea en México o en el resto del planeta: la profunda cuan creciente desigualdad, en la que América Latina y el Caribe ocupa la segunda posición mundial, sólo después del África Subsahariana.
Parecería que el mundo se “ha acostumbrado” a que, irremediablemente, dicho balance sea y se mantenga así, con todo y que los niveles actuales de desigualdad sean “extraordinariamente altos desde una perspectiva global”, en la que América Latina destaca, y no para bien, co-mo advierte el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que ayer divulgó su Informe Regional de Desarrollo Humano 2021.
El organismo especializado de la ONU aporta datos abrumadores sobre la de-sigualdad imperante en América Latina y el Caribe, y en uno de sus pasajes subraya que, en promedio, en la región, el 10 por ciento más rico concentra 49 por ciento de los ingresos nacionales, y el uno por ciento acapara 21 por ciento. En este contexto, las naciones latinoamericanas que ocupan las primeras posiciones son Chile (el “ejemplo a seguir”, que tanto presumían los neoliberales), México y Brasil (cuyos gobiernos también fueron implacables con sus “profundas reformas” de ese corte), que tienen la mayor concentración de ingresos en la región: el 10 por ciento más alto captó más de 57 por ciento de los ingresos nacionales y el uno por ciento más de 28 por ciento, en 2019. “La concentración del ingreso en estos países es persistentemente alta y/o aumenta en el tiempo”.
El informe del PNUD ( Atrapados: alta desigualdad y bajo crecimiento en América Latina y el Caribe) reconoce que “a lo largo de su historia, América Latina y el Caribe se ha caracterizado como una de las regiones con las tasas de desigualdad más altas del mundo. Por ejemplo, el quintil más rico de la población de la región representa alrededor de 56 por ciento de los ingresos nacionales. En particular, destaca cómo las desigualdades que conducen a la concentración del poder en manos de unos pocos pueden distorsionar las políticas públicas en formas que perpetúan los patrones de desigualdad existentes y obstruyen la productividad, incrementando cada vez más el número de ciudadanos inconformes con el status quo”.
Uno de los desafíos más perniciosos de la alta desigualdad, advierte el PNUD, es la forma en que se concentra el poder en manos de unos pocos que defienden el interés privado y no el bien común, uno de los factores que conectan alta desigualdad y bajo crecimiento, “ya que a menudo resulta en políticas distorsionadas, miopes e ineficientes, y en instituciones débiles. Una abrumadora mayoría de personas en la región piensa que este es el caso, y alrededor de una cuarta parte señala a las grandes empresas como el grupo poderoso más influyente”.
La concentración de poder en el mercado contribuye a mantener la alta desigualdad y el bajo crecimiento en la zona. “Reconoce al po-der de monopolio y al poder político empresarial como dos caras de la misma moneda, pues las rentas de monopolio se traducen en un po-der político que, en turno, aumenta el poder de monopolio creando un círculo vicioso. En efecto, los mercados de América Latina tienden a estar dominados por unas pocas empresas gigantes, y la región se ha caracterizado históricamente por un alto nivel de poder de mercado”.
El poder político de las grandes empresas también distorsiona la política más allá del ámbito del mercado. Sus efectos sobre la política fiscal son motivo de especial preocupación.Los grandes consorcios privados y los dueños de negocios en la región “son en parte responsables de mantener baja la tributación efectiva y de alejar los sistemas fiscales de impuestos más progresivos, a través de su proximidad al poder político”, de tal suerte que “el diagnóstico para las élites está lejos de ser positivo”, y México es un claro ejemplo de ello.
Las rebanadas del pastel
¿Recuerdan que los neoliberales prometieron que, con ellos, México ingresaría al primer mundo y los mexicanos vivirían como noruegos? Bueno, ahí están los resultados.