El partido político Morena se encuentra hoy en un estado de total ilegalidad y ausencia de institucionalidad democrática. Ninguno de sus órganos internos funciona cabalmente de acuerdo con los estatutos del partido y no existe espacio alguno para la participación de la militancia en la toma de decisiones. Comparto una lista inicial de algunos agravios:
1) Los actuales Presidente y Secretaria General del Partido fueron nombrados por el Instituto Nacional Electoral en noviembre de 2020 en un procedimiento totalmente irregular que violó de manera grotesca los estatutos del partido (véase: https://bit.ly/3gK4Qil). Los otros integrantes del actual Comité Ejecutivo Nacional fueron nombrados de manera estrictamente temporal y transitoria en un Congreso Nacional Extraordinario celebrado en enero de 2020 (véase: https://bit.ly/3xzN0Fp).
2) El Artículo 38 del Estatuto de Morena (véase: https://bit.ly/3iUGsND) señala que el Comité Ejecutivo Nacional debe reunirse “de manera ordinaria una vez por semana”, pero solamente se ha reunido un par de veces durante los últimos meses. El Artículo 41 del mismo ordenamiento indica que el Consejo Nacional debe reunirse “de manera ordinaria cada tres meses”, pero no se ha reunido desde hace año y medio.
3) El Artículo 34 reza que “la autoridad superior de nuestro partido será el Congreso Nacional” y que este órgano “se reunirá de manera ordinaria cada tres años, al concluir los procesos electorales federales”. Sin embargo, hasta la fecha el Presidente del Partido, Mario Delgado, aún no ha emitido la convocatoria correspondiente al año 2021.
4) El Artículo 39 del Estatuto de Morena mandata al partido integrar “un Consejo Consultivo Nacional” conformado por entre 50 y 250 personajes “de probada honestidad y reputación reconocida en la cultura, las artes, la ciencia y la vida pública”. Pero este Consejo simplemente no existe. Si bien hay un Acuerdo del Comité Ejecutivo Nacional que demanda la integración del Consejo Consultivo antes del 15 de diciembre de 2020 (disponible aquí: https://bit.ly/3obw0RM), el proceso de selección jamás ocurrió.
5) El Artículo 45 indica que la Comisión Nacional de Elecciones debe ser integrado exclusivamente por “miembros del Consejo Consultivo de Morena”. Así que quienes a lo largo del proceso electoral se ostentaron como integrantes de este órgano, que decide las candidaturas para todos los cargos de elección popular, lo hacían de manera ilegal ya que ninguno de ellos pertenece al inexistente Consejo Consultivo.
6) Si bien el Artículo 44.s del mismo ordenamiento avala la utilización de encuestas para determinar algunas candidaturas de Morena, una reciente solicitud de transparencia remitida al partido reveló que no hubo gasto alguno en materia de encuestas (véase: https://bit.ly/3wP7b2s), lo cual confirma la sospecha con respecto a si en realidad se hayan realizado estos ejercicios demoscópicos (véase: https://bit.ly/35Hl5Ye).
7) El Artículo 13 del estatuto de Morena dice sin rodeos que “Si el origen de un cargo de legislador es la vía plurinominal, no podrá postularse por la misma vía a ningún otro cargo de manera consecutiva.” Esta estricta prohibición de la reelección inmediata para diputados plurinominales fue violada olímpicamente y con absoluta impunidad en numerosas ocasiones durante el proceso electoral que acaba de culminar.
8) El Artículo 49 de la misma norma indica que la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia del partido tiene la responsabilidad de “salvaguardar los derechos fundamentales de todos los miembros de MORENA” así como “velar por el respeto de los principios democráticos en la vida interna de MORENA”. Sin embargo, en sus resoluciones una mayoría de tres de sus cinco integrantes ha abdicado sistemáticamente en su responsabilidad de resguardar y defender la institucionalidad del partido.
9) El Artículo 73 del estatuto de Morena indica que el Instituto Nacional de Formación Política (INFP) será el órgano de conciencia crítica del Partido y que cuenta con “autonomía en su funcionamiento y gestión”. Sin embargo, la dirigencia del INFP ha demostrado una preocupante ausencia de autonomía ya que en lugar de abrir cada vez más espacios para la discusión abierta, plural y democrática sobre el presente y el futuro del partido, se ha limitado a seguir las instrucciones y las órdenes del presidente del partido.
La reproducción de esta lista inicial de preocupantes agravios a la normatividad interna no responde a ningún interés personal ni voluntad de dividir o debilitar al partido Morena, sino todo lo contrario. Lo que se busca es retornar este valioso instrumento del pueblo a la senda de la institucionalidad democrática para que pueda cumplir con su vocación de transformación social y evitar convertirse en un simple trampolín de oportunistas para llegar a cargos públicos.
La vía para reestablecer la legalidad del partido también se encuentra plasmada en sus propios estatutos. Tal como lo hemos señalado arriba, el Artículo 34 indica que cada tres años “al concluir los procesos electorales federales” el Comité Ejecutivo Nacional debe convocar a la celebración de un Congreso Nacional para renovar la dirigencia del partido y “tomar las determinaciones fundamentales para la lucha por la transformación del país que asuma nuestro partido”.
Si Mario Delgado se niega a emitir la convocatoria, lo debe hacer la mayoría de los integrantes del Comité Ejecutivo Nacional (CEN). Y si la mayoría de los integrantes del CEN no se atreven a hacerlo, la mayoría del Consejo Nacional tendría que entrar en acción haciendo uso de sus facultades extraordinarias plasmadas en el mismo Artículo 34 del estatuto.
Algunos argumentarán que la realización de un Congreso Nacional ahora podría generar un conflicto interno dañino en un momento en que el partido debe estar unido para participar primero en la consulta popular de juicio a los expresidentes y después en el ejercicio de revocación de mandato.
Pero esto es exactamente el mismo argumento estrictamente electorero que se ha utilizado a lo largo de los últimos años con el fin de callar a los críticos y allanar el camino a los oportunistas. Años de disciplina partidista van desgastando la paciencia de la militancia y los estatutos son meridianamente claros con respecto a la obligación de realizar un Congreso Nacional en los próximos meses.
La Cuarta Transformación requiere de un instrumento político fuerte y cercano a las bases para poder resistir los constantes embates de los adversarios y cortar de tajo las intenciones golpistas de los neofascistas. Actuemos antes de que sea demasiado tarde.