El regreso de una mujer a una Nicaragua signada por la guerra es el eje del libro El país de las calles sin nombre, en el que se “habla contra el autoritarismo”, dice el narrador José Adiak Montoya sobre su obra más reciente.
“Quería hacer ese retorno de Alicia a un país del que escapó por la guerra, y cuando regresa aún existe ese ciclo de violencia. Cuando culmine su viaje, ella va a ser una persona distinta, se llevará esas piezas que no sabía que le hacían falta”, explica el escritor en entrevista acerca del título publicado por Seix Barral.
“Es un país marcado por la guerra, las dictaduras, la violencia, el conflicto fratricida y la guerra civil. Esas son las nociones que tiene del país del que viene. No conoció a su padre porque era muy pequeña cuando se fue. Murió en las montañas en los años 80, defendiendo la revolución”.
La protagonista llega a las protestas que se desencadenaron en 2018 en Nicaragua, “las cuales dieron lugar a una serie de respuestas represivas del gobierno, las fuerzas policiales y paramilitares. Algo que me tocó vivir y por las que hay 100 mil exiliados nicaragüenses. Es la razón por la que estoy en México”.
Uno de los motores de la novela es resolver el misterio sobre quién asesinó a la abuela de la protagonista cuatro décadas antes. “Está vinculado con la guerra y con la salud mental de las familias. Al final, es qué implica estar en la montaña tirando balazos por decisión de señores que nunca han olido la pólvora y que están adentro de sus mansiones tranquilos en su cama de plumas”.
Montoya (Managua, 1987) sostiene que el título se refiere a un país donde “todas las direcciones se dan a partir de puntos de referencia y del que la protagonista no recuerda nada. Todo es desconocido y nuevo para ella y nada está nombrado. También es un poco jugar con el viaje de Alicia en el país de las maravillas. Esta Alicia viaja al país de las calles sin nombre”.
Relata que si bien en libros suyos anteriores se “abordan temas que rayan en la política, no caen tanto en este pensar e indagar en el tema. Para mí, la literatura trata sobre temas humanos; es lo que más me interesa: los individuos”.
Su atención, agrega el escritor, va hacia “cómo las grandes historias trastocan a los pequeños; la forma en que quienes mueven los hilos del poder y de una sociedad afecta a millones de personas; qué pasa dentro de esa afectación en ellas; que no sea nada más una cifra. Al hablar del drama de uno nos acercamos más humanamente a esa cifra”.
Para esta novela, era necesario que el personaje central fuera “descubriendo muchas cosas que tocan sus emociones y cambiar su forma de sentir las cosas. Pienso que un personaje femenino se prestaba mejor a esas transformaciones y apertura hacia lo emocional”.
En cambio, en el texto “se habla de hombres marcados por la guerra que son infelices porque nunca han hablado de estos temas, probablemente por ser varones y ser criados con esa idea”, refiere Montoya, quien este año fue seleccionado por la revista Granta como uno de los 25 mejores escritores jóvenes en español.
“Son secuelas de la guerra: las familias fragmentadas, el exilio, los traumas no hablados, la muerte de miles de personas. Situaciones que afrontamos en un país enfermo de guerra, como Nicaragua. Son parte de nuestra cotidianidad.”
José Adiak Montoya señala: “Durante las protestas y las masacres que conllevó la represión del presidente Daniel Ortega, yo pasé meses escondido bajo mi cama escuchando las balas. Sin embargo, conozco a muchos jóvenes como el personaje Félix, que estaban en el frente, combatiendo las balas sólo con piedras, atrincherándose, queriendo expresar su pensamiento de libertad y de poner fin a un régimen autoritario que lleva tantos años en el poder”.