Ciudad de México. Ibrahim Ferrer Jr, hijo del reconocido cantante del Buena Vista Social Club, primero fue marinero y luego de varios años siguió el camino de la música, que desde muy pequeño le fue develado en su natal Cuba.
En entrevista, el cantautor de 64 años aseguró que las “añoranzas” por su pasado en La Habana, lo vivido en su núcleo familiar-musical y su trayectoria artística de dos décadas los guarda en el corazón, “porque pensar en el futuro siempre es incierto”.
Ferrer, quien se encuentra en la Ciudad de México desde que inició la emergencia sanitaria, luego de que se cerraron las fronteras y no pudo regresar a Argentina, donde reside desde hace varios años, protagonizó, el pasado 17 de junio en el Círculo Cubano de México, un espectáculo íntimo y romántico donde interpretó temas tradicionales y éxitos de la música de la isla.
“En el tiempo que llevo ejerciendo este oficio nunca he suspendido un concierto, ni enfermo ni cuando falleció mi padre, por ninguna de las pérdidas que he tenido. Es al revés, ha sido cuando más he trabajado. Uno tiene que seguir adelante y hacer de tripas corazón”. Por esta razón durante la pandemia enfocó la creatividad hacia la composición, planear el rumbo que tomará su carrera luego de la reactivación de los espectáculos y conectarse con otros músicos.
En la charla, recordó sus múltiples viajes alrededor del mundo, primero navegando por diversas latitudes y luego en sus giras, que lo han llevado por Europa y Latinoamérica. Habló sobre sus cuatro álbumes, uno de ellos ganador del premio Carlos Gardel, y de cómo se ha ubicado como nuevo representante de los géneros tradicionales cubanos clásicos, con una propuesta que fusiona el jazz latino, las raíces afro y géneros como la bossa nova y el tango.
Rememoró: “Hace 21 años salí de Cuba, pero regreso cada vez que tengo oportunidad; nací en un seno musical, donde te desarrollas y prendes. Cuando nací, fue una etapa buena en el estatus social de mi padre; me nutrí de sus compañeros, porque entonces existía lo que era la amistad y el compañerismo”.
“Los amigos también eran mi familia”
Por tanto, “no eran sólo amigos de mi papá, sino mi familia; le decíamos tío al tumbador y tía a su mujer; con los hijos de cada músico convivíamos y compartíamos en diversos momentos. Esta experiencia familiar también te alimenta, porque nos enseñó el respeto al mayor y la importancia de la solidaridad”.
Prosiguió: “Mi padre me llevaba a los conciertos cuando yo tenía siete años, iba a sus ensayos y al escuchar música aprendía de todos, aunque no pases por escuelas, te nutres de experiencias. Soy autodidacta en canto, pero además fui demasiado inquieto como para ir a la escuela”.
No obstante, Ferrer estudió en la Marina. “Aunque no tenía nada que ver con la música, la realidad es que sí, porque cuántas canciones no las ha inspirado el mar o el universo; no hay nada más hermoso que estar montado en un barco, mirar hacia el cielo o ver el suave movimiento del agua”, relató.
La realidad, confesó, es que “siempre quise ser músico, como piloto o militar, pero no todo se puede. De todos mis deseos me tocó ser marino y cantante”.
Ahora, “llevo 21 años tratando de ser quien soy, con trabajo y respeto hacia los demás, de hacer lo que me gusta”.
Sus logros profesionales han sido “de poquito en poquito”, porque “no me creí por ser el hijo de… ni por estar acompañado de buenos músicos o por salir de la familia, ni de la sangre ni de la cultura de la que provengo. Lucho por llegar a un lugar con el respeto y cariño de la gente más que ser un artista con mucha plata o éxito, pero sin el sentimiento que se necesita para cantar”.
Ferrer recordó las palabras que le dijo su padre: “Para cantar necesitas tener sentimiento, bomba, como le decimos en Cuba al corazón. Hay quien canta un son y pega por simpatía y esa experiencia sentimental que le das al público, es lo que se queda”.
Expresó: “Lo que busco y quiero es que cuando no esté recuerden que hubo un negro que cantaba bolero y son, que se llamaba Ibrahim Ferrer Jr”.
El cantautor, quien ha colaborado en los conciertos del Adiós Tour junto a Buena Vista Social Club, seguirá llevando con orgullo su proyecto a diversos países, como ha sido de manera reciente, antes de la pandemia, en Buenos Aires, Brasil, Chile o Francia.