Desde hace poco más de un año y tres meses, Ricardo Morales y Adriana Uriza se las han arreglado para vivir en un puente peatonal sobre avenida Cuauhtémoc, muy cerca de río Churubusco y, pese a la precariedad en la que viven, han tenido el cuidado suficiente para evitar un contagio por Covid-19.
Por las enfermedades o lastimaduras físicas que ambos tienen se tomaron en serio la pandemia. Entre sus bolsas de mandado, ropa y otras pertenencias –que guardan lo mejor que pueden debajo de un improvisado techo de cobijas, sujetado con palos de escoba– hasta ahora no ha faltado algún cubrebocas e incluso un poco de gel antibacterial.
“Ya tenemos más de un año viviendo aquí arriba. Antes estábamos abajo (frente a la puerta del Hospital General Xoco), pero una jefa de policía nos dijo ‘muévanse de ahí, por el Covid’, pero la verdad creo que tenemos más anticuerpos que otra gente. Nadie de la banda de la calle se ha muerto por Covid; por cirrosis y por golpes, sí, pero de Covid, no”, cuenta Ricardo.
Ya sea por las medidas de precaución que han tomado o por mera suerte, pero hasta el momento no ha habido registros confirmados de contagios o fallecimientos por Covid de personas en situación de calle, pero dicho sector sigue siendo uno de los más vulnerables ante la enfermedad y además está haciéndose más numeroso, advirtieron activistas especializados en el tema.
Luis Enrique Hernández, director de la organización civil El Caracol, señaló que aunque buena parte de la población de calle ha generado una particular resistencia física que la ayuda a soportar adversidades y no fallecer, si llegara a haber algún brote de Covid-19 en estos núcleos, el resultado podría ser fatal, por lo que urgen políticas públicas para administrarles la vacuna.
Aunque el aislamiento social en el que viven podría ser uno de los elementos que les ha permitido no exponerse tanto a un contagio, ese mismo factor les impide allegarse de los insumos necesarios para no enfermar, o para que puedan recuperarse en caso de un eventual contagio, indicó el experto.
Debido a la falta de estrategias para acercar a la gente en situación de calle a los servicios sanitarios, en estos meses el personal de El Caracol se ha dado a la tarea de convencer a algunas personas sin hogar de registrarse para recibir la vacuna anti-Covid, pero entre el temor de los usuarios y los obstáculos legales de las instituciones, a duras penas han logrado que unos 10 hombres y mujeres hayan sido inmunizados.
Patricia Secunza, directora general de la organización civil Ednica, advirtió que dicho colectivo ha notado un alza en el número de personas en calle, lo cual se relacionaría “con la pobreza que ha exacerbado la pandemia. Muchos llegan a la calle porque se quedaron sin trabajo, y por eso también ha habido un aumento de uso de sustancias sicoactivas” entre las personas sin hogar.
Por lo anterior, la activista llamó a que las autoridades diseñen una estrategia con políticas que aseguren a la población de calle el acceso a la vacuna y a los insumos de prevención, para que el biológico llegue a este sector sin importar si no pueden comprobar su identidad.