Madrid. “Desde que empezó toda esta locura del precio de la luz, la lavadora y el lavavajillas los pongo de madrugada, el aire acondicionado ya casi ni lo toco, salvo cuando el calor aprieta mucho, y para cocinar hemos decidido prescindir lo más posible del horno y del microondas”, explicó Julia Luján, madre de familia de 49 años, con dos hijos en la escuela. La situación laboral de ella y su marido está en el aire a raíz de la crisis económica provocada por la pandemia de Covid-19.
A la incertidumbre del contagio y el confinamiento, ahora se suma la preocupación diaria del precio de la luz a raíz de la entrada en vigor el 1º de junio de una nueva tarifa que fluctúa en función del uso de energía, lo que ha provocado los precios más altos de la historia, con un incremento de hasta 44 por ciento respecto del año pasado.
Alrededor de 10 millones de hogares en España han visto cómo su vida cambió a partir del 1º de junio, cuando todos los medios de comunicación y las autoridades españolas alertaron sobre la nueva tarifa, que en teoría se fija según el consumo de electricidad, pero éste se valora según tres franjas horarias, que serían las “horas puntas” (las de mayor consumo), que van de 10 de la mañana a dos de la tarde y de seis de la tarde a 10 de la noche.
Las “horas llanas” (de gasto medio) van de 8 a 10 de la mañana, de dos a seis de la tarde y de 10 a 12 de la noche, y las “horas valle” (las más baratas), que van de las 12 de la noche a las ocho de la mañana y durante todo el día del fin de semana.
Esta regulación ha provocado una libre fluctuación del precio de la energía eléctrica, que ahora también está sometida a la libre cotización y mercadeo en los grandes centros bursátiles, con lo que se han disparado los precios. Según Red Eléctrica Española, el precio de la luz alcanzó un récord el 16 de junio entre las ocho y las nueve de la noche, cuando se registró un precio máximo de 0.26240 euros el kilovatio hora, siendo la primera vez que supera los 26 céntimos.
Incremento de 44%
Esto supone un incremento hasta de 44 por ciento, si se compara con lo que se pagó el año pasado. El precio medio de la factura de luz alcanzó en el mercado mayorista en la primera quincena de junio 81.50 euros por megavatio hora, su valor más alto en un junio desde que hay registros.
El presidente Pedro Sánchez se comprometió durante su campaña electoral a hacer lo posible por bajar la tarifa de la luz, pero tanto él como la formación Unidas Podemos, con la que está en coalición de gobierno, permanecen cruzados de brazos.
Julia Luján, quien emigró de Colombia hace más de 15 años y ya tiene nacionalidad española, está desesperada ante la incertidumbre en su trabajo. Tanto ella como su esposo están sometidos a un expediente de regulación temporal de empleo, provocado por la pandemia. “Nos hemos hecho expertos en ver los horarios más baratos para usar las cosas, pues ahora hasta piensas si usar la secadora o hacer un pollo en el horno. Y encima a veces se quejan los vecinos, a lo mejor con razón, cuando ponemos la lavadora por la noche, pues hace mucho ruido y retumban un poco las paredes. Pero no nos dejan otra opción”, relató a La Jornada.
El hecho de que el precio de la luz haya alcanzado cuotas tan altas en pleno verano es una causa más de indignación, pues es cuando más se usan el aire acondicionado, los ventiladores o los sistemas de refrigeración centralizados.
El costo del uso de estos enseres se ha disparado. Por ejemplo, la calefacción, el horno, la lavadora o el lavavajillas alcanzan hasta 54 céntimos de euro por hora de uso, lo que representa, en el día a día, una factura de luz que podría suponer la ruina para una familia como la de Julia, que en conjunto gana algo más de 2 mil euros mensuales, unos 48 mil pesos.
Carlos Eloy tiene otros problemas con la nueva tarifa eléctrica: es propietario de una carnicería en un mercado del centro de Madrid y se queja de que “el precio de la luz es más caro cuando nosotros estamos trabajando. Necesitamos entrar constantemente en las cámaras frigoríficas, y cuando las abres el frío cae y sube la temperatura. Por la noche, al no abrirse, se paran, pero es entonces, precisamente, cuando la luz es más barata”.
Temor al recibo de luz
A todo esto hay que sumar el aire acondicionado, las básculas, los datáfonos y las luces para iluminar la mercancía. “Da miedo pensar cuánto nos subirá el recibo de la luz, porque las ventas no son gran cosa. Vivimos del frío y necesitamos la electricidad, así como la hostelería y los restaurantes, que han pasado un año malísimo por la pandemia y ahora se encuentran con esta alza”.
David Robles es peluquero y barbero, con un local muy pequeño de sólo dos sillas para atender a clientes. Ahora con la pandemia sólo puede usar una a la vez, pero el gasto de electricidad de los aparatos es casi el mismo. “Tenemos en ocasiones un secador siempre encendido, las luces, el termo, la cera facial, la maquinilla para afeitar y así un montón de cosas que necesitan electricidad. Así que no quiero ni ver qué factura me va a llegar el mes que viene, porque el precio de la luz es más caro justo cuando nosotros estamos trabajando”.
Desdén del gobierno
La sangría económica, los cambios obligados en los hábitos de consumo y la falta de control de la especulación en el mercado financiero de un valor tan esencial como la energía eléctrica provocó críticas e indignación de buena parte de las asociaciones de consumidores, empresarios y plataformas de usuarios, que señalaron la “doble cara” del gobierno español, que en el pasado, cuando era oposición, se indignaba por estas situaciones, y ahora que gobierna, en vez de cambiar las cosas, mira hacia otro lado.
El único compromiso que ha hecho hasta ahora el gobierno de Sánchez es que estudiará la reducción de los impuestos que cobra por cada factura de la luz –que es hasta de 10 por ciento– y que podría reducir el IVA, que actualmente es de 21 por ciento, lo que implica una baja de 9 por ciento.
Mientras tanto, a muchas familias, como la de Julia Luján, les sigue sonando el despertador durante la madrugada para poner la lavadora o el lavavajillas con tal de ahorrarse unos euros. O bien, siguen atentos a la evolución de los precios en las diversas plataformas digitales que han surgido para poder encender el horno y el aire acondicionado sin correr el riesgo de arruinar a la economía familiar.