Este fin de semana, contra viento y marea, literal, arribará la delegación zapatista marítima al puerto de Vigo, Galicia, donde ya los esperan representantes de diversos colectivos procedentes de Grecia, Alemania, Italia, Francia, Portugal y, por supuesto, de diversas ciudades de España, quienes llegaron no sólo a acompañar a los rebeldes chiapanecos en este intrépido viaje, sino a conocer y hermanar sus propias luchas.
Como en toda iniciativa zapatista, la incertidumbre predomina: la agenda del recorrido, cuántos más llegarán por vía aérea, cómo se distribuirán por el continente, cómo se trasladarán entre un país y otro, quiénes son los que viajan por el Congreso Nacional Indígena (CNI), y un largo etcétera que está por develarse. Lo importante es que, como todo lo que anuncian desde hace más de 27 años, están ya en Europa y su objetivo está por cumplirse.
Navegar con buena estrella
Las comitivas zapatistas, la que partió el 2 de mayo del mar caribeño, y las delegaciones que arriben por vía aérea, realizan esta travesía cuando, como en 1994, nada les decía que “sí”. Al capitalismo salvaje y a la pandemia que emana de él, con las consabidas distancias y restricciones sanitarias, sumaron el reto de reunir los recursos y, por si fuera poco, el racismo estructural en México que les negaba, por el sólo hecho de ser indígenas, su derecho a obtener un pasaporte. Pero todo va siendo sorteado. Navegan, sin duda, con buena estrella y el viento a favor.
Las viejas y las nuevas generaciones están reunidas ya en puerto de Vigo, donde convergen algunas de las 3 mil personas que participaron en 1996 en el primer encuentro Intergaláctico, cuando muchos y muchas de las ahora presentes aún no habían nacido, como tampoco buena parte de los comisionados zapatistas que están por llegar. Un cuarto de siglo exactamente separan una iniciativa de la otra. Y siguen luchando por un mundo en el que quepan muchos mundos, aunque no todos, es cierto, pues como para qué reunirse con fascistas.
Como en toda actividad zapatista prevalece el baile, aunque los desafíos son tan grandes co-mo el mar que acaban de cruzar en el velero La Montaña. La disputa por la historia ha comenzado.