Mientras aterriza en un aeropuerto en Japón, Eduardo Halfon prepara una conferencia que lo hace retroceder a su infancia en la turbulenta Guatemala de los años 60.
Recuerda con melancolía la misteriosa desaparición de su abuelo Eduardo, comerciante judío y libanés. Incertidumbre es la emoción que comparten nieto y abuelo en Canción (Libros del Asteroide, 2020), una extraña biografía escrita como novela de detectives, en la que el escritor recorre un surrealista país centroamericano en busca de respuestas. Ninguno de los personajes que se desprenden de esta búsqueda es heroico: cada uno está involucrado en la historia de un país convulso del que muchos fueron víctimas.
En esta novela, atmosférica e impactante, se ven los primeros atisbos de personas obligadas a confiar en soldados de los que es difícil fiarse, figuras de sombras “serias, bigotudas, en sus ceñidos uniformes verde caqui”. Estos estoicos fantasmas humanos “merodeando la casa como bichos salvajes” estaban ahí para comunicar la noticia del paradero de uno de los secuestradores del abuelo paterno del escritor. “Nadie decía nada. Nadie se movía. Los adultos trataban de calmar a los niños con susurros y caricias mientras trataban de descifrar qué estaba ocurriendo”.
En una odisea de implacable devoción detectivesca, Halfon –uno de los escritores más interesantes que trabajan actualmente una era emocionante para la literatura Quest (búsqueda en inglés)– no deja cabo sueltos. En este nuevo eslabón de su proyecto literario, que consta ya de seis libros publicados que empiezan con El boxeador polaco, se adentra en la brutal y compleja historia de Guatemala, en la cual resulta cada vez más difícil distinguir entre víctimas y verdugos.
Que logre generar simpatía con sus lectores se debe enteramente a la elocuencia de su prosa, recompensada con el International Latino Book Award, en Estados Unidos. Muy acorde con su tiempo, en el que los ecos de las guerras mundiales, las guerrillas latinoamericanas y las dictaduras siguen vigentes como tema de interés literario, trasmite la inhumanidad de la selva y los paisajes desgastados por los conflictos armados, a los que permanece alerta por su cruda belleza, así como a imágenes dramáticas como El Espinero, “la residencia clandestina y oscura” donde estuvo retenido su familiar o los guerrilleros “con pasamontañas y ametralladoras Thompson”.
La memoria, fidedigna y traicionera
Halfon parece estar obsesionado con la historia de su ascendente. Hay complicaciones a lo largo de su búsqueda. Mientras investiga, se cruza con un montón de extraños personajes: un carnicero al que apodan Canción, un cantinero que parecía llevar toda la vida detrás de la misma barra, un fantasma que engañaba a los militares porque adoptaba la forma de un caimán, una activista y reina de belleza guatemalteca... Nadie sabe qué ocurrió con la víctima, pero todos tienen, como el escritor, algo que contar. Basta con buscar y escuchar atentamente las historias de cada uno para armar el rompecabezas.
En esta biografía novelada, la memoria es un tema importante, pero el autor sabe que puede ser prodigiosa para “los chismes y los cotilleos” y traicionera cuando se trata de recuerdos. Por tanto, para su construcción recurrió a las más diversas fuentes, como libros y material relacionado con la época, entrevistas a los sobrevivientes de la guerrilla e incluso a uno de los secuestradores y también los archivos desclasificados de la CIA.
Halfon selecciona los sucesos determinantes de las vidas de estas fuentes y su entorno y, con particular dedicación, asocia los acontecimientos públicos y privados con los que reconstruye una suerte de manifiesto generacional que pone en tela de juicio la historia de un territorio difuso.
Con reminiscencias estilísticas de biógrafos que transformaron al género el siglo pasado –y con guiños al bibliófilo AJA Symons y a los judíos Philip Roth y Amos Oz– la ficción realista, a medio camino entre la biografía convencional, el ensayo crítico y la historia novelada, el escritor refleja perfectamente la evolución de eso que ahora los estudiosos nombran “literaturas del yo”.
No se trata de utilizar sólo los procedimientos narrativos para contar una vida, sino que Halfon –y en ello radica lo importante de su contribución– acierta en introducir la figura del biógrafo en la propia biografía, de modo que el relato de la vida y el de las pesquisas necesarias para rellenar las lagunas –muy numerosas en el caso de los escurridizos personajes presentados– se alterna y brinda el retrato completo de la figura perseguida.
Lo anterior resulta en una idea revolucionaria en las letras que ha admitido múltiples desarrollos posteriores.
Con este libro el prosista no se aleja del camino que ha trazado para sí, es decir, dramatizar la aventura de su búsqueda con todos los miedos, la ansiedad y el humor que lo acompañaron. Como escritor y nieto navegó en la historia familiar desde un yo muy particular que ve hacia atrás y busca en el pasado de su estirpe para escribir la biografía a manera de homenaje hacia su antecesor. En el camino escribió una historia de suspenso y oscuridad, una suerte de biografía y autobiografía bien narrada que promete ser tan apasionante como las vidas que participan en ella.