Ciudad de México. El conflicto de La costa de los murmullos (la guerra de Portugal contra Mozambique en los años 70) persiste, “cambió de espacios, pero lo que está sucediendo alrededor del Mediterráneo tiene características similares”, señaló la narradora portuguesa Lídia Jorge, sobre la novela publicada recientemente por el sello Elefanta.
Concibió sus personajes “por dentro, los motivos íntimos de las figuras y la gran ilusión de las personas. Plasmó la línea oficial de un gobierno, un Estado megalómano, y la realidad de los infelices que van a la guerra y quedan lisiados”, mencionó en su participación hace unos días en el ciclo Ecos UANLeer.
Agregó que “hoy la idea que tienen los países de volver a ser grandes es un retroceso extraordinario a la democratización del mundo que pasó a finales del siglo XX. Estamos viviendo una regresión que se repite en la globalidad”.
Relató que cuando la adaptación de Margarita Cardoso fue exhibida en el Festival de Cine de Venecia, “las personas pensaban que la película era sobre la guerra de Irak. Portugal superó los complejos de país colonizador; sin embargo, en la población persiste la idea de que se traicionó a sí mismo. Extraordinariamente, en los años recientes, muchos jóvenes regresan a esa creencia antigua”.
En la conversación con el traductor Felipe Cammaert y Emiliano Becerril, director de Elefanta Editorial, la ganadora del Premio FIL en Lenguas Romances 2020, refirió que escribió esa narración para hablar del final de la historia colonial de su país, pero también del colonialismo europeo, mas “lo que está contado aún existe hoy de una u otra forma.
“Es un libro que pretende rematar lo que fueron los libros de Joseph Conrad o D.H. Lawrence en los inicios del siglo XX. Ellos iniciaron una denuncia, luego los europeos se hundieron en el remordimiento y muchos escritores abordaron el asunto.”
La costa de los murmullos “es sobre el embate de culturas y registra el momento en que una de ellas entiende que erró su camino. Toca a difuntos para ese mundo, que no ha terminado. Sabemos que no ha concluido, porque continúa siendo traducida, de la que se sigue hablando, y la película es muy vista”, mencionó la narradora.
Refirió que el texto lo escribió a partir de su experiencia cercana al lugar de los combates, pues estuvo en la ciudad de Beira (Mozambique) durante dos años. “Esa vivencia personal me convenció de que yo podría escribir más sobre esa guerra, sobre su violencia y la humana”.
Sostuvo que había leído textos de Axel Munthe sobre la Primera Guerra Mundial y los mecanismos de la guerra y de la violencia, sobre la forma en que “la cercanía de la confrontación y la muerte provocan una especie de perturbación completa en el mundo de los sentidos. Despierta una especie de deseo, de belleza absoluta y un descontrol erótico.
Alienación a causa de la violencia
Lídia Jorge explicó que con la violencia que tuvo en África aprendió ese proceso: “Las personas quedaban alienadas con la cercanía de la violencia y de la muerte. Escogí la figura del alférez Álex, aquel matemático delicado, elegante y de ideales extraordinarios, donde las matemáticas están junto al mundo artístico. Él, colocado en la guerra, queda igual de violento o incluso peor que los demás”.
Ante esa experiencia concreta, dice la novelista, “incluso los más sensibles, cuando están ante la violencia, se involucran en ella y descubren dentro de sí esa figura que nunca habían entendido. Tal vez por eso he dado tanto énfasis a la degradación moral de aquel grupo de jóvenes que tienen ideales, fueron a la guerra y se transformaron en facinerosos, cortaban cabezas y las atravesaban en un palo”.
Sin embargo, la escritora destacó que “los libros deben ser promovidos sin tener miedo de lo que se dice con violencia. Si ellos traen una propuesta más allá de eso, de belleza, estamos en el buen camino. Es la propuesta del arte, que es de salvación, de la superación humana a través de lo bello”.
El colombiano Felipe Cammaert se refirió a que, aunque el libro tiene escenas muy fuertes, “de violencia íntima no hay en él una única verdad. Esa es, para mí, una de las principales lecciones que deja a los lectores que estamos muy lejos de una verdad como la de las matemáticas, tal como el personaje de Álex cree”.