El acceso a la vacuna contra el Covid-19 para los jornaleros agrícolas ha sido inequitativo, pues mientras en algunas regiones del país la gran mayoría de estos trabajadores no lograron ser inmunizados --lo que generó algunos fallecimientos--, en otras sí se consiguió que empleadores y autoridades entendieran la importancia de cuidar la salud de este sector poblacional.
Paulino Rodríguez, encargado de atención a jornaleros agrícolas migrantes del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, señaló que la mayor parte de los cerca de 17 mil trabajadores originarios de esta zona del estado de Guerrero, de 60 años o más, no fueron vacunados contra la enfermedad, porque las empresas que los contrataron no le notificaron a las instituciones de salud que algunos de sus empleados estaban en ese rango de edad.
“Cuando inició la vacunación, la mayoría de las personas adultas mayores estaban en los campos agrícolas y ahí no había ningún protocolo, ningún planteamiento para que se priorizara la vacunación de estos trabajadores. Prácticamente todo este sector siempre ha estado invisibilizado por el gobierno”, lamentó.
Con excepción de una empresa agrícola ubicada en Santa Elena, Sinaloa, que proveyó del biológico a unos 10 trabajadores, prácticamente todos los demás sitios que contrataron a personas originarias de la región Montaña guerrerense no solicitaron que su personal de la tercera edad fuera inmunizado.
Lo anterior, dijo Rodríguez, provocó al menos cuatro fallecimientos por Covid de jornaleros agrícolas en diversas entidades, aunque admitió que el número puede ser mayor debido a la falta de registros oficiales certeros.
Según el Centro Tlachinollan, “uno falleció en julio de hace un año en Chihuahua; otro en julio de 2020 en Guadalupe, Zacatecas; otra mujer que recién había tenido a su bebé, se contagió y murió en Río Florido, Zacatecas, y otro señor falleció también en julio del año pasado, llegando a su lugar de origen, acá en Tixtla. Ya venía con síntomas y en un retén lo detectaron sin vida”.
Pese a las difíciles condiciones de trabajo que enfrentan en la mayoría de las plantaciones donde son contratados, “la migración jornalera no para. Nada más hoy salieron 276 personas de Cochoapa y Metlatónoc, catalogados como los municipios más pobres del país, para irse a León, a Zacatecas, a San Luis Potosí, a Chihuahua”.
Por todo lo anterior, el especialista consideró necesario que los empleadores se coordinen con diversas instancias federales, entre ellas las secretarías de Bienestar, Salud y Trabajo, para reportar cuántos jornaleros agrícolas trabajan para ellos y están en el rango de edad para recibir la inmunización contra el Covid-19.
“Si nosotros nos contagiamos, todos pierden”
Pero no en todas las regiones del país ha ocurrido lo mismo. Lorenzo Rodríguez, miembro del Sindicato Independiente Nacional Democrático de Jornaleros Agrícolas, indicó que en el Valle de San Quintín, Baja California, los trabajadores del campo lograron organizarse desde el inicio de la pandemia para exigirle a sus empleadores que tomaran medidas preventivas y después facilitaran el acceso a la vacuna.
“En esta zona hay una población de unos 120 mil habitantes y el 70 o 75 por ciento son trabajadores agrícolas. Aquí ha habido coordinación desde que empezó esto y nos contactaron de parte de los gobiernos federal, estatal y municipal para empezar a registrar a las personas mayores de 65 años”, explicó.
“Vino una primera jornada de vacunación, que estuvo un poco mal organizada, porque invitaron mucha gente, no tuvieron control y hubo aglomeraciones, pero lo pudieron controlar. Fue mejorando y sirvió para que la mayoría de la población accediera a la vacuna, tal vez no al 100 por ciento, pero sí llevan al menos un 90 por ciento, incluso en algunos lugares de empresas agrícolas”, dijo Rodríguez Jiménez.
Una de las claves para que ello se lograra, de acuerdo con el sindicalista, es que los jornaleros agrícolas se organizaron de forma temprana para convencer a sus empleadores de la necesidad de implementar medidas preventivas ante la pandemia.
“La mayoría de los productos se exportan a Estados Unidos y Canadá, y si nosotros nos contagiábamos, los productos iban a ir contaminados y todo mundo iba a perder. Logramos que los empresarios pensaran ‘si cuido a mi gente, cuido al producto’ y entendieran que teníamos razón”, explicó Rodríguez.
“Estuvimos exigiéndole a las autoridades y también nos acercamos al Consejo Agrícola de Baja California para invitarlos a que le otorgaran lo básico a los trabajadores, como cubrebocas, gel antibacterial, agua para lavarse las manos. Incluso se aplicó la sana distancia en los camiones, y eso ayudó a controlar el número de contagios”, detalló.
Este tipo de medidas “son la única forma de no tener que lamentar lo que pasó en otros estados, donde hubo familias completas contagiadas y se llevaron el virus a sus comunidades. Todo eso se pudo haber evitado con un poquito de voluntad y trabajo, nada más. Se trata de cuidar a todo el mundo: al trabajador, al producto y al consumidor”…