El periodista Ismael Bojórquez ha publicado que cuadros de acción electoral del Partido Revolucionario Institucional en Sinaloa fueron secuestrados por grupos de la delincuencia organizada para obligarlos a revelar sus estrategias para los comicios del pasado 6 de junio e impedir que el tricolor pudiera impedir o entorpecer la victoria de Rubén Rocha Moya, postulado por Morena y el Partido Sinaloense (PAS).
El texto de Bojórquez, director de Río Doce, la publicación semanal en la que participó Javier Valdez hasta que fue asesinado, inicia así: “‘Si no gana Rocha los vamos a matar a todos’, dijo aquel joven que cuidaba que nadie se moviera de su sitio. Traía percheras, un fusil terciado y un woki toki que no dejaba de vomitar órdenes y pormenores de la jornada. Si ya llegaron a la casilla, si estaba bajo control, si la operación marchaba bien…”.
Los testimonios que pudo conocer Bojórquez fueron de unas 20 personas, secuestradas a la medianoche del sábado previo a las elecciones, cambiadas de inmuebles varias veces y liberadas luego de que habían cerrado las casillas. El secretario de organización del PRI sinaloense, José Alberto Salas Beltrán, también había sido secuestrado: “Fueron por él la madrugada del sábado, se metieron a su casa y lo sacaron en calzones. El informe de las autoridades narra que fueron encontradas en la casa gotas de sangre y eso hacía suponer violencia durante el levantón”. Luego, ya liberado dicho secretario, “trascendió que durante su cautiverio le sacaron toda la información del operativo que el PRI tenía previsto para el domingo 6. Y que lo obligaron a revelar las casas donde tenían guardado el dinero para la movilización de su estructura y para la compra de votos”.
Suerte similar corrieron integrantes de la estructura electoral de Faustino Hernández Álvarez, quien fue candidato a alcalde de Culiacán por la alianza Va por Sinaloa. En otros municipios se vivió la misma irrupción de narcocomandos que en general habrían ordenado votar por los candidatos de Morena. Bojórquez menciona casos específicos de presidencias municipales y diputaciones en las que actuó abiertamente el crimen organizado.
La portada del semanario tiene como titular: “Arrasan Morena-PAS; con el apoyo del cártel” y el reportaje se titula “El juego de los narcos por el poder total en Sinaloa” (https://bit.ly/3pYuowo). Ayer, el ganador oficial de la gubernatura, Rocha Moya, negó que la delincuencia organizada haya incitado a votar por él. Morena, por cierto, obtuvo una aplastante victoria en esa entidad, casi carro completo.
En otro tema: el informe técnico preliminar sobre la caída de un tramo de la línea 12 del Metro capitalino confirma la importante cuota de responsabilidad de Marcelo Ebrard como jefe de Gobierno que fue. A su vez, Claudia Sheinbaum, la favorita de palacio, encontró y tomó, en el contexto del citado informe, la oportunidad de mostrarse propositiva, además de relativa y aparentemente distante del inmediato reparto de culpas (en ese acto, por cierto, no estuvo la directora del Metro, Florencia Serranía).
Casi en el ostracismo político, sabedor de que los ánimos superiores desean cobrarle cuentas, Miguel Ángel Mancera apenas se defiende, con el fundado temor de que la palabra “mantenimiento” se convierta en su caso en una guillotina programada. Y Carlos Slim, el supermillonario emblemático, vio a su vez que las acciones de su Grupo Carso sufrían en la Bolsa Mexicana de Valores un descalabro que significó una pérdida de más de 3 mil millones de pesos.
A reserva de lo que indiquen dos reportes pendientes, que serán difundidos en los próximos meses, en el tablero del futurismo político queda maltrecho el canciller Ebrard, que era uno de los punteros, al igual que, así sea de manera menos contundente, la gobernadora capitalina Sheinbaum (a propósito, cual si fuera una respuesta nada diplomática a la filtración al New York Times, circularon en Internet documentos de presuntas inversiones de familiares de Claudia en paraísos fiscales). ¡Hasta mañana!
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