Tras el lamentable “accidente” en la línea 12 del Metro, el pasado 3 de mayo, ha quedado claro, por si hubiera dudas, que no solo políticos como Marcelo Ebrard y Miguel Ángel Mancera están en la picota. También algunos consorcios empresariales que participaron en la construcción del tramo colapsado, cuyos dueños forman parte del reducidísimo grupo de mexicanos ricos entre los ricos que a lo largo de las últimas décadas ha participado en todo tipo de obras (léase negocios) público-privadas. En los hechos, de todas se llevaron todas (más concesiones, privatizaciones, etcétera, etcétera).
Ayer, la jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, divulgó el informe preliminar, elaborado por la empresa noruega DNV, sobre el tramo colapsado Tezonco-Olivos de la línea 12 del Metro, un “accidente” que dejó un saldo de 26 personas fallecidas, 100 lesionadas y muchos políticos heridos de muerte.
Tal informe preliminar subraya que “una falla estructural asociada a cuando menos seis deficiencias en el proceso constructivo causó el desplome de una trabe”, es decir, las fallas son de origen, las cuales nadie corrigió, comenzando por el entonces jefe de Gobierno Marcelo Ebrard, ahora secretario de Relaciones Exteriores, y su heredero en el trono capitalino, el actual senador Miguel Ángel Mancera, y la constructora responsable de la obra en ese tramo, propiedad del empresario Carlos Slim Helú.
La Jornada (Rocío González Alvarado) lo reseño así: “de acuerdo con el informe preliminar de la empresa noruega DNV, se observaron deficiencias en el proceso de soldadura de pernos, uso de diferentes tipos de concreto, soldaduras no concluidas o mal ejecutadas, así como fallas en la supervisión y control dimensional de las mismas. En la sede de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, el titular de Obras y Servicios, Jesús Esteva, leyó el reporte, donde se establece que se detectaron daños en las trabes, entre ellos roturas y malformación en diferentes secciones.
A pesar de ello, de acuerdo con el citado informe, “la línea 12 venía trabajando en condiciones normales, de acuerdo con sus protocolos y con evaluaciones de la condición de ruedas metálicas como parte de sus actividades preventivas. Los componentes de las vías, rieles, gabinetes y motores de interruptores se observan en condiciones normales, cumpliendo con los protocolos de mantenimiento rutinario, de acuerdo con la inspección visual en el área analizada. Está en proceso de revisión de información complementaria, relacionada con posibles reparaciones y rehabilitaciones realizadas posteriores a la construcción., así como la del impacto de la operación cotidiana sobre la estructura”.
Hasta ahora, Ebrard y Mancera intentan zafarse de sus respectivas responsabilidades y pretenden aventar la papa caliente a la nueva administración de la CDMX, a la que ambos entregaron un Sistema de Transporte Colectivo hecho pedazos, pletórico de corruptelas burocráticas y sindicales, y con serias deficiencias en su operación cotidiana.
Pero los noruegos se abocan a hechos documentables, por lo que su conclusión resulta implacable: fallas de origen, notorias deficiencias en el proceso de construcción, ostentosa falta de mantenimiento e ineludible responsabilidad de la constructora privada (la de Slim; otras dos participaron en la obra, ICA y Alstom, pero hasta ahora no hay reportes desfavorables en los tramos a su cargo).
Se dice que a Ebrard le urgía inaugurar la línea 12 para fortalecer su precandidatura a la Presidencia de la República, pero su apremio resultó muy caro. Tampoco se puede olvidar que Mancera autorizó un brutal tarifazo (67 por ciento de aumento) al precio del boleto del Metro, con el pretexto de que se utilizaría para “mejora y modernización” de dicho transporte, lo que no trascendió el discurso. La constructora de Slim se lava las manos y “no emitirá comentarios hasta que se conozca el peritaje final”, mientras su ejército de abogado afila armas y la ciudadanía espera acciones contundentes contra los responsables.
Las rebanadas del pastel
Mucho cuidado, no vaya a ser que la probable mexicanización del litio tenga un final tan desastroso para el país como la mexicanización de la minería de López Mateos, la cual solo fortaleció a los barones autóctonos (Larrea y Baillères, por ejemplo) que hoy son amos y señores de las concesiones del ramo.