El cultivo de soya transgénica –en cuya siembra se riegan agrotóxicos– y las más de 400 granjas porcícolas han ocasionado en la península de Yucatán una contaminación del agua que “ha crecido de manera alarmante”. Esas actividades se establecieron sin consultar a las comunidades y han afectado fuentes de agua para el consumo humano.
Esto lo advierte el informe “Contaminación del acuífero maya: responsabilidad gubernamental y empresarial”, realizado por la Fundación para el Debido Proceso y el equipo Indignación. Durante la presentación virtual, Leydi Pech, premio Goldman 2020, sostuvo que ha crecido la explotación irracional del agua en la selva maya.
“La industria no puede establecerse sin tomar en cuenta la manera en que las comunidades cuidan el agua”, ahora se ve que “las tormentas y huracanes afectan gravemente (a las poblaciones) porque los drenajes naturales se han modificado. El agua no llega con la calidad de antes, sino con residuos y contaminantes”, agregó.
Pech, habitante de Hopelchén, que ha combatido el cultivo de soya transgénica, indicó que ahora “no tengo garantía de usar el agua que saco de mi pozo. Es importante que las nuevas generaciones puedan permanecer en el territorio. Nos dicen que la industria trae un desarrollo, pero si contaminan mi agua, si mis animales se mueren porque ya no hay líquido, se pierden especies de plantas que necesito para cuidar mi salud, vemos entonces que no es desarrollo”.
El líquido se utiliza de un modo abusivo, se contaminan y se provocan daños catastróficos en agua dulce con afectaciones a la salud y el medio ambiente, sostuvo Jesús Peña, representante adjunto de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas.
El reporte contiene estudios de expertos y de organizaciones que indican altas concentraciones de sustancias muy peligrosas, como el heptacloro, lindano, endosulfán y DDT en municipios del Anillo de Cenotes de Yucatán y en sus zonas costeras, en Campeche y Quintana Roo, así como en los ríos Champotón y Candelaria, en Campeche.
También reporta que existen altas concentraciones de los herbicidas paraquat y glifosato en mantos freáticos de Campeche, Yucatán y Quintana Roo, sobre todo a raíz de la siembra de soya transgénica.
Indica que los suelos kársticos de Yucatán son de vulnerabilidad extrema para la contaminación del acuífero, debido a la fácil filtración de contaminantes. El Anillo de Cenotes suministra 42 por ciento del volumen de agua al estado de Yucatán y 19 por ciento del volumen del total de la península.