El ex presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez sostuvo ayer que cuando era gobernante “pidió perdón” a las madres de las víctimas de los falsos positivos, como se conoce a las miles de ejecuciones extrajudiciales de civiles presentadas como muertes en combate durante su gobierno, por las que se disculpó su ex ministro de Defensa y sucesor, Juan Manuel Santos.
En entrevista con la revista Semana, Uribe (2002-2010) señaló que la declaración de Santos el fin de semana ante la Comisión de la Verdad no corresponde con lo que sucedió ni con lo que él mismo le dijo cuando era su ministro o su candidato presidencial.
La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) señaló hace tres meses que se han investigado 6 mil 42 casos de falsos positivos, trama que se conoció por las denuncias de madres de jóvenes del municipio de Soacha, departamento de Cundinamarca, a las que se sumaron madres de Bogotá y otras regiones del país, recordó El Espectador al destacar ayer que las mujeres siguen exigiendo justicia.
En su comparecencia el pasado sábado, Santos se libró de responsabilidad alguna y lanzó sus dardos contra Uribe y el entonces viceministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón. Después pidió perdón por los asesinatos de los miles de jóvenes que fueron atraídos con promesas de empleos en otras regiones, y luego presentados como guerrilleros muertos en combate, en una práctica que se volvió sistemática, ya que los efectivos que se atribuían esas “bajas” eran premiados.
En sus declaraciones a Semana, Uribe dijo que nunca acusará a Santos de los falsos positivos, a pesar de que fue minsitro de Defensa cuando más ejecuciones ocurrieron entre 2006 y 2008. Expuso que esos hechos son dolorosos y agregó que “en un libro que escribí hace unos años pedí perdón a las víctimas y a los colombianos”.
“A las madres de Soacha siendo yo presidente les pedí perdón (...) el perdón tiene que darse en el momento oportuno, no debe tener factores influenciadores”, señaló.
Criticó el papel de la JEP en el esclarecimiento de los falsos positivos y aseguró que su ánimo de otorgar impunidad a las desarticuladas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia afecta la dignidad de las fuerzas armadas. Afirmó que quien debe pedir perdón son los responsables y no el ejército como institución.