Cuando un boxeador es llevado a un hospital tras un combate, suele ser el perdedor. Pero el sábado pasado, en Los Mochis, David Cuéllar noqueó al local y favorito Karim Arce, sobrino del Travieso, en nueve episodios. Hasta ahí, lo ocurrido tenía visos de hazaña para un joven proveniente de Querétaro que le arrebató el invicto a un peleador cuyo apellido es significativo en la región.
Al bajar, sin embargo, mientras lo entrevistaban por la victoria, Cuéllar empezó a sentirse mal. Trató de disimular durante unos minutos hasta que el mareo y la sensación de asfixia se agudizaron en un cuadro inesperado.
“De pronto ya no soporté el calor y empecé a marearme”, cuenta Cuéllar; “le pedí a mi papá que nos fuéramos porque empezaba a sentirme muy mal y de pron-to vomité”.
Fue atendido por los servicios médicos y llevado a un hospital. Los traslados a urgencias en el boxeo siempre generan preocupación ante el riesgo de este oficio. Cuéllar, sin embargo, mantuvo un poco de calma. Recordaba que durante el combate no había sufrido golpes fuertes que lo pusieran en peligro.
“Esa noche en Los Mochis la temperatura estuvo como a 40 grados”, recuerda Cuéllar.
“En un auditorio con luces locales y de televisión durante las entrevistas, el público, todo eso más el esfuerzo de nueve asaltos en la pelea, pues me deshidrataron y al final me provocaron malestar porque tampoco estoy acostumbrado a ese calor.”
Al final, sólo fue un episodio de miedo pasajero; sólo estuvo unos minutos en el hospital, donde lo estabilizaron, recibió suero y salió en pie. Después del episodio, por fin, pudo empezar a digerir que había vencido al sobrino del Travieso y que a pesar de pelear fuera de casa, sigue invicto.
“No fue más que un susto, pero fuera de eso, todo salió mejor de lo que había planeado”, resu-me Cuéllar.