Nueva York., En el documental Rita Moreno: Just a Girl Who Decided to Go for It, el productor Norman Lear dice: “No puedo pensar en nadie que haya conocido en el negocio (del espectáculo) que haya vivido el sueño americano como Rita Moreno”.
No está equivocado. Moreno emigró con su madre de Puerto Rico a los cinco años. A los seis, bailaba en clubes nocturnos del Greenwich Village. A los 16, trabajaba a tiempo completo. Para los 20, actuaba en Singin’ in the Rain (Cantando bajo la lluvia).
En las décadas siguientes, Moreno ganó un Tony, un Grammy, un Emmy y un Óscar por West Side Story (Amor sin barreras). (Su discurso completo de aceptación: “No lo creo”). Con un ánimo aparentemente infinito, ha personificado lo mejor del mundo del espectáculo y, al mismo tiempo, ha sido víctima de sus crueldades. Eso ha convertido a Moreno, quien coprotagoniza la nueva versión de West Side Story de Steven Spielberg, en una figura heroica para los latinos y otros. “Nunca me he rendido”, dijo en una entrevista reciente vía Zoom desde su casa en Berkeley, California.
El motivo de la conversación es el documental de Mariem Pérez Riera, que se estrena en cines el viernes tras haberse presentado en el Festival de Sundance y en el Festival de Tribeca. Just a Girl Who Decided to It también aborda con franqueza los muchos golpes de la vida de la estrella: ser posicionada como la “Elizabeth Taylor española” y los papeles estereotipados que siguieron; una larga y dolorosa relación rcon Marlon Brando; el abuso de su agente; un matrimonio confinado. Moreno también fue franca en una entrevista en la que ocasionalmente buscó un pañuelo para las alergias primaverales. “Toda esa cocaína”, mencionó bromeando.
–Lo que más me llamó la atención del documental es cómo, a pesar de pasar las situaciones más duras y amargas, parece haber emergido de ellas con una gran alegría y aprecio por la vida. Se le comenta.
Sicoterapia
–Tengo una constitución muy fuerte. Quizás uno lo hereda. Tal vez se deba a que aprendí a afrontar mi vida tumultuosa mediante la sicoterapia –realmente le doy crédito por haberme ayudado en algunos momentos realmente malos. Mi mamá también era así. ¿Y sabes qué? Tengo la sensación de que muchas personas que son atípicas tienen constituciones fuertes porque, o se hunden o nadan. Creo que uno aprende temprano en la vida que nadar es mejor que hundirse.
–¿Qué tan temprano lo aprendió?
–La primera prueba, creo, fue aprender inglés en kindergarten cuando no sabía ni una palabra, ni una. Eso es lo primero que me pasó literalmente cuando vine a este país. Los niños son increíblemente resilientes. Y luego, en cierto modo, también son extremadamente tiernos y frágiles. Creo que la razón por la que terminé pasando un momento tan difícil en la vida es que me encontré con un prejuicio racial desde muy temprano. Cuando eres joven –quiero decir 5, 6, 7 años– y la gente te llama con insultos como “sudaca” o “boca de ajo”.
–¿Recuerda la primera vez que actuó?
–Oh, sí. Fue para mi abuelo en Puerto Rico con un disco de rumba, sacudiendo mi pequeño trasero. Y le encantó. Aplaudía al ritmo de la música. Yo pensé: “Vaya, esto es divertido y a él le encanta. Esto me gusta muchísimo”. Quiero decir, nací para ser artista. Creo que algunas personas simplemente están programadas de esa manera.
–Usted dijo que quería ser completamente honesta en la película, pero ¿hubo algo de lo que le fue difícil hablar? Incluso cuenta que fue violada por su agente.
–Sí, eso fue difícil. Y hablar de mi esposo (el cardiólogo Lenny Gordon, que murió en 2010) fue difícil de otra manera. En muchos sentidos, él era un hombre extraordinario. Era cariñoso. Nunca vi un abuelo, padre y esposo más devoto. Pero lo que pasó con nosotros es que él era una persona controladora. Tengo la teoría de que cuando algunas personas tienen relaciones, hacen un contrato entre ellos que nunca se habla ni se verbaliza. En nuestro caso, era que yo sería la niña pequeña y sería encantadora y lo complacería, pero él tendría que ser mi papá y cuidarme y protegerme. Ese fue nuestro acuerdo. Nunca se habló, pero eso es lo que era. No me di cuenta hasta que un día quise empezar a crecer y el matrimonio no estaba funcionando.
–Su vida parece un largo proceso para desaprender aquellas cosas crueles o malas que le dijeron sobre usted.
–Estás absolutamente en lo cierto. Tuve que aprender que era una persona valiosa como todos los demás. Pero es muy difícil cuando aprendes algo desde la niñez. No es como si hubiera venido a este país cuando tenía 20 años y aprendiera algo diferente. Yo era una niña pequeña y eres muy impresionable.
Brandon, su mejor amante
–Su sesión de terapia central siguió a sus años con Marlon Brando. En sus memorias, se refirió a él como su mejor amante, pero su tiempo con él fue una tortura.
–Esto es lo gracioso: fue él quien me dijo, “necesitas ayuda, necesitas terapia”. ¡El lunático le dice a la loca que necesita ayuda! (Risas). ¡Pero tenía razón! Él estaba en lo cierto. Recuerdo que el día que me dijo eso, pensé: “¡Sí, pero él está más loco que una cabra!”
–No todo el mundo sale con Elvis sólo para poner celoso a Brando, como usted. ¿No le sorprende a veces la vida que ha tenido?
–Sí, pero tengo que decir que después de ver el documental –mi hija y yo lo vimos juntas– salí de la sala de proyección y dije: ”¡Vaya, qué vida la que he tenido!”.
–Al observar lo que ha cambiado y lo que no ha cambiado en este tiempo, ¿qué le llama la atención? Usted estuvo ahí cuando Martin Luther King Jr. pronunció su discurso “Tengo un sueño”.
–Me siento extremadamente afortunada de estar todavía aquí para ver los cambios que se están produciendo. Cumpliré 90 en diciembre y no creo que vaya a ver que el movimiento de mujeres realmente progrese más porque no estaré presente.
“En este país tendemos a aislarnos. Somos puertorriqueños y luego también.
–Después de West Side Story, ha dicho que sólo le ofrecieron papeles estereotipados durante años.
–Fueron brutales. ¡Brutales! Cuando recibí el Óscar y el Globo de Oro, pensé: “OK, finalmente”. Y eso no es lo que pasó en absoluto. De hecho, todo lo contrario. Me ofrecían más papeles tipo Anita cuando me ofrecían algo, lo cual no era muy frecuente. Tomé la decisión de no aceptar más roles de ese tipo.
–Recientemente revisitó West Side Story con Spielberg. ¿Qué tal fue?
–Fue simplemente grandioso. He sido fan del trabajo de Steven durante años. Cuando llamó, me ofreció un papel en West Side Story. Casi me orino en los pantalones porque era Steven Spielberg, uno de mis ídolos.