Madrid. Por primera vez, se cartografió el límite de la heliosfera, lo que permite a los científicos comprender mejor cómo interactúan los vientos solares e interestelares.
“Los modelos físicos han teorizado este límite durante años”, señaló Dan Reisenfeld, del Laboratorio Nacional de Los Alamos y autor principal de la investigación, que se publica en Astrophysical Journal. “Pero es la primera vez que hemos podido medirlo y hacer un mapa tridimensional”.
La heliosfera es una burbuja creada por el viento solar, una corriente de principalmente protones, electrones y partículas alfa que se extiende desde el Sol al espacio interestelar y protege a la Tierra de la radiación interestelar dañina.
Reisenfeld y un equipo de otros científicos utilizaron datos del satélite de la NASA Explorador de Límites Interestelares (IBEX, por sus siglas en inglés) en órbita terrestre, que detecta partículas que provienen de la heliovaina, la capa entre el sistema solar y el espacio interestelar. El equipo pudo mapear el borde de esa zona, región llamada heliopausa. Aquí, el viento solar, que empuja hacia el espacio interestelar, choca con el que empuja hacia el Sol.
Para hacer esta medición, utilizaron una técnica similar a la forma en que los murciélagos usan el sonar. “Así como ellos envían pulsos de sonar en todas direcciones y la señal de retorno a fin de crear un mapa mental de su entorno, nosotros utlizamos el viento solar, que sale hacia todas partes con el propósito de crear un mapa de la heliosfera”, explicó Reisenfeld en un comunicado.
Lo hicieron utilizando la medición del satélite IBEX de átomos neutros energéticos (ENA, por sus siglas en inglés) que resultan de las colisiones entre las partículas del viento solar y las del interestelar. La intensidad de esa señal depende de la del viento solar que golpea la heliovaina. Cuando una onda pega a la vaina, el recuento de ENA aumenta y el IBEX puede detectarlo.
Pauta única
“La ‘señal’ del viento enviada por el Sol varía en fuerza, formando una pauta única, que el IBEX verá en la de ENA que regresa de dos a seis años después, dependiendo de su energía y la dirección en la que mira el satélite a través de la heliosfera. Esta diferencia de tiempo es la forma en que encontramos la distancia a la región de la fuente átomos neutros energéticos en una dirección particular”.
Luego aplicaron este método en la construcción del mapa, para lo cual usaron datos recopilados durante un ciclo solar completo, desde 2009 hasta 2019.
“Al hacer esto, podemos ver el límite de la heliosfera de la misma manera en que un murciélago usa un sonar para ‘ver’ las paredes de una cueva”, agregó.
La señal tarda tanto tiempo en regresar al IBEX debido a las grandes distancias involucradas, que en el sistema solar se miden en unidades astronómicas (AU), donde 1 AU es la de la Tierra al Sol.