Alas ocho de la mañana con veinte minutos ya estaba Claudia Sheinbaum poniendo su primer tuit del domingo. El motivo del temprano mensaje fue la publicación en The New York Times, como nota principal de su primera plana, de un reportaje sobre la caída de un tramo de la línea 12 del Metro capitalino el pasado 3 de mayo.
O, más específicamente, el motivo de la serie de tuits de la gobernadora de la Ciudad de México fue salir al paso de las versiones que le atribuían a ella o a alguien de su equipo algún tipo de colaboración (mediante filtración de datos) en el trabajo periodístico que centró su asignación de responsabilidades en el multimillonario Carlos Slim y, sobre todo, en el actual secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón, quien habría sido el responsable, según el NYT, de “un patrón de oportunismo político y obras descuidadas” durante su jefatura del Gobierno capitalino.
El apresurado posicionamiento de Sheinbaum, para negar algo de lo que nadie la estaba acusando formalmente (haber filtrado información de los estudios y peritajes que están por darse a conocer oficialmente) y para tratar de desacreditar lo publicado por el periódico estadunidense (“¿habría que preguntarse qué intereses no esclarecidos están detrás de este artículo?”, tuiteó) tiene como telón de fondo la descarnada pelea en las élites de la llamada Cuarta Transformación (4T) por la candidatura presidencial de 2024.
Ebrard, el virtual y decreciente vicepresidente civil (el otro, militar, es Luis Cresencio Sandoval), respondió al golpe señalando que el rotativo neoyorquino no hizo caso de los posicionamientos y respuestas que oportunamente aportó su equipo sobre el tema de la línea 12. Y soltó una especie de pregunta-acusación: es “imposible” saber si Miguel Ángel Mancera, el sucesor de Marcelo en la jefatura del gobierno capitalino, “realizó toda la labor de mantenimiento” que se requería, pues “una importante cantidad de documentos fueron reservados”.
Los incidentes dominicales tienen como antecedente la lucha del ebrardismo por el control territorial en el país a partir de cargos de elección popular gestionados por Mario Delgado a título de presidente de Morena y las indicativas derrotas en alcaldías de la Ciudad de México, en una batalla en la que aparece como derrotada Claudia Sheinbaum y se extiende la versión de que Ricardo Monreal, jefe político del Senado a nombre de Morena, le jugó las contras a este partido por su sostenida confrontación con la jefa de Gobierno y con la vista puesta en la sucesión presidencial de 2024.
Dos de los villanos favoritos de Palacio Nacional, un diario empresarial de origen regiomontano y una organización político-periodística fundada por el opositor X, dieron a conocer ayer que “en auditorías realizadas en 2019 y 2020, el SAT descubrió operaciones simuladas de seis empresas fantasmas con el gobierno de Chiapas, cuando el gobernador de ese estado era Manuel Velasco Coello, actual senador del Partido Verde”.
Lo sorprendente del caso es que sólo se hable de 500 millones de pesos, cuando es fama pública en Chiapas que con El Güero Velasco hubo un saqueo de fondos públicos para cuentas personales y para “apoyo” a partidos y campañas (un caso muy notable es el relacionado con Pío López Obrador). También es llamativo que la difusión de este caso, con información del gobierno federal, se produzca cuando Velasco y el cuatro veces presunto Partido Verde Ecologista de México han expresado que negociarán con todos los partidos, y no sólo con Morena, el futuro en la Cámara de Diputados y el voto en cuanto a reformas constitucionales. ¿Un correctivo al Güero usando el flanco derecho?
Y, mientras el semanario Desde la fe, editado por la Arquidiócesis Primada de la Ciudad de México, señala que “las elecciones más complejas de la historia moderna de México nos dejaron un escenario igual de complejo y, pasada la ‘fiesta de la democracia’, es tiempo de comenzar a trabajar en la unidad”, ¡hasta mañana!
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