Se cumplen 50 años este domingo desde que comenzó la publicación de los Papeles del Pentágono entregados al New York Times y después al Washington Post por Daniel Ellsberg, y el 11 de junio fueron ocho años desde que Edward Snowden decidió revelar que él fue quien filtró documentos secretos sobre el espionaje masivo a ciudadanos en Estados Unidos y otras partes del mundo, mientras Julian Assange lleva más de una década perseguido por Washington y otros gobiernos por atreverse a publicar y filtrar documentos sobre crímenes de guerra, engaños de gobernantes y políticos a sus ciudadanos, corrupción y más.
La semana pasada se reveló que el gobierno de Trump secretamente obtuvo información de las llamadas telefónicas de periodistas del New York Times, CNN y el Washington Post que sospechaba estaban recibiendo información filtrada. Y el jueves pasado, mientras Biden declaraba parte de su cruzada internacional contra la corrupción, un juez dio una sentencia de prisión a una funcionaria del Departamento del Tesoro que probablemente hizo más que nadie en tiempos recientes en la lucha contra la corrupción al filtrar documentos que llevaron a la investigación periodística multinacional sobre el dinero sucio en el sistema financiero internacional (https://www.icij.org/investigations/fincen-files/)
Se les llama whistleblowers, sopladores de silbato, los que dan pitazos, filtradores, denunciantes, y son aquellos que se atreven a informar a sus conciudadanos sobre engaños, corrupción, injusticias o abusos gubernamentales que podrían dañar a la sociedad.
Los periodistas que colaboran en estos esfuerzos por la transparencia también son perseguidos por las autoridades. Nixon ordenó a su Departamento de Justicia prohibir la publicación de los Papeles del Pentágono –que revelaban años de mentiras gigantescas sobre la guerra en Vietnam– un caso que llegó hasta la Suprema Corte, la cual, con un fallo de seis a tres, defendió la libertad de expresión y la prensa libre en una gran derrota para el presidente. Ante ello, Nixon ordenó a un grupo de operadores secretos conocidos como “los plomeros”, ingresar a las oficinas del siquiatra personal de Ellsberg para buscar material con qué destruir al filtrador públicamente, y ahí empezó lo que después se conoció como Watergate y el fin de Nixon.
A sus 90 años, Ellsberg continúa no sólo defendiendo los actos de filtradores, sino solicitando que se multipliquen, y ahora se dedica a alertar sobre la amenaza creciente de una guerra nuclear, así como del cambio climático. “El acto de delatar es un acto de patriotismo, de defensa de la Constitución”, afirmó la semana pasada. “Necesitamos vigilancia pública de todos los que están en el poder”.
El padre y hermano de Assange están ahora en una gira por Estados Unidos, apoyados por un elenco de figuras reconocidas como Roger Waters y Chris Hedges, para exigir que el gobierno de Biden que ya abandone la persecución de Julian, quien permanece encarcelado en Inglaterra tratando de evitar ser extraditados a Estados Unidos, donde enfrenta una posible condena de 175 años de cárcel por revelar crímenes de guerra de Estados Unidos. “La batalla por la libertad de Assange es la batalla por la libertad de prensa de nuestros tiempos”, afirmó Hedges en un foro de esta gira. (https://assangedefense.org/tour/).
Ellsberg señala que Snowden, Assange, Manning y varios filtradores y periodistas más son perseguidos y amenazados por revelar que las autoridades estaban violando las leyes internacionales y la propia Constitución. “Aquellos que revelan estas violaciones, y no los que cometieron esos crímenes son los que están bajo juicio”.
“Un gobierno que exilia a Snowden por revelar espionaje doméstico ilegal y con cárcel a Assange por revelar crímenes de guerra y corrupción de líderes políticos estadunidenses y sus aliados, tienen cero credibilidad para denunciar a otros por abusar a disidentes y derechos humanos”, escribe el periodista Glenn Greenwald.
Ms. Lauryn Hill. I’ve got life. https://open.spotify.com/track/4myeNyb8ArMQFvYqeivzp3? si=Ixwa0LkpTJGcXDJYpJJwIA&dl_branch=1