San Cristóbal de Las Casas, Chis. La fotografía lo cambia todo se titula la exposición de 96 imágenes tomadas en los últimos 50 años por los fotógrafos Antonio Turok y José Angel Rodríguez, que desde este fin de semana se exhibe en La Enseñanza, casa de ciudad, en San Cristóbal.
Rodríguez explicó que la muestra incluye fotografías de los temas de refugiados guatemaltecos (1980-1993), desde la llegada hasta el retorno; el levantamiento armado zapatista de 1994, la masacre de Acteal (1997), desplazados por la violencia; rituales y vida cotidiana de las comunidades indígenas, así como una sala sobre el trabajo que ambos hicieron durante las guerras internas en Centro América.
La exposición, dijo durante la inauguración, está dedicada “a compañeros a los que se llevó la pandemia”: Marco Antonio Cruz, Efraín Ascencio y Alejandro Tello, joven de Comitán con mucho talento que murió hace pocos días por Covid-19, así como al poeta Javier Molina, “otro entrañable amigo, de San Cristóbal. A su memoria y entusiasmo la dedicamos. Fueron compañeros que nos acompañaron en muchas exposiciones”.
Turok manifestó que la muestra “representa un gran logro y ese material fotográfico estará permanentemente en Chiapas, en San Cristóbal, que es parte del legado, de la historia. Esta ciudad me apapachó y adoptó a los 17 años y tengo una gran deuda con el estado. Qué mejor saber que ese cariño con el que me recibieron yo lo pueda regresar”.
Agregó: “La fotografía nos marca, nos da un mapa de una época que nos toca vivir. Si no fuera por la fotografía no tendríamos ese acercamiento. Es el único medio que nos da esa capacidad de la memoria y la herencia de la época, que nos marca”.
Ante decenas de asistentes a la inauguración, muchos del ámbito cultural y viejos conocidos de ambos, Rodríguez recordó que hace 40 años expuso sus fotografías junto con Turok en la ciudad de León, Nicaragua. “En 1981 inauguramos la exposición La costa atlántica, invitados por el gobierno de la revolución sandinista, durante su primer aniversario. 40 años después aquí estamos otra vez exponiendo”.
Expresó que la exposición, que permanecerá en exhibición dos meses, “representa muchísimo para mí porque son muchos años de trabajo, del andar por todos lados; muchas emociones que se reviven, muchas lamentables, tristes, como la masacre de Acteal y los refugiados guatemaltecos. Que si bien fueron momentos históricos no dejan de ser lamentables y como testigos de la luz tenemos que estar ahí”.
Señaló que representa, además, el esfuerzo de muchas personas que se han involucrado en el Centro de Documentación Fotográfica Batsilab (el alma verdadera, en tzotzil), en el que se están reuniendo los archivos de fotógrafos documentalistas, principalmente, que han trabajado en Chiapas, y del cual él y Turok forman parte.
Comentó que en Batsilab, Asociación Civil fundada hace tres años por él, Pablo Farías Campero e Isaac Guzmán, participan alrededor de 15 fotógrafos que han donado imágenes para crear un archivo. “Tenemos un archivo en físico, copias de época. Las fotografías que donamos los fotógrafos son las que hicimos en la época en que fueron tomadas. Estamos donando el material para que queden en un archivo fotográfico en la Enseñanza, casa de la ciudad”, donde tienen un espacio.
Subrayó que “tenemos nuevos ánimos de seguir fotografiando; tenemos un equipo de fotógrafos jóvenes que viene a tomar la estafeta, que no es que la hayamos abandonado, pero sí, el ser joven y tener ese entusiasmo para nosotros es importante porque son parte de Batsilab; hablo de Isaac Guzmán e Isabel Mateos, que están documentando el problema migratorio con todo lo que implica, con sus riesgos, con ese entusiasmo que teníamos hace 40 años”.
Antonio Turok aseguró que “será una gran colección la que se formará (en Batsilab). Imagino que será única y que una vez que se junte todo el acervo será único, sobre todo en México; estará a la altura de Casasola porque habrá grandes fotógrafos que están aportando”, ya que se “se están juntando archivos muy parecidos, como el de Vicente Kramsky y Gertrude Duby, entre otros fotógrafos.
Añadió: “Ojalá que no sea como los demás archivos que se vuelven muertos; que le ayude a los jóvenes no sólo a entender su historia, pero que también ellos quieran aprender, usar la fotografía como un instrumento de expresión. Esa es mi esperanza y eso veo en este esfuerzo, que los jóvenes y el pueblo se nutran de aquí”.
Farías Campero sostuvo que “el trabajo de José Angel y Antonio es ejemplar, tanto en la trayectoria de la fotografía en Chiapas, como en su formación en la Ciudad de México con el maestro Manuel Alvarez Bravo y su trabajo con Mariana Yampolsky; al documentar la vida de las comunidades indígenas, establecieron en Chiapas una base a finales de 1970 y principios de 1980, y desarrollaron con una particular profundidad esos foto-ensayos que vamos a ver en la muestra”.
Concluyó: “Estas imágenes nos han influido y son parte de lo que representa la experiencia de vivir en Chiapas y realmente expresan esa esencia de la fotografía, que lo cambia todo. Es una exposición de gran calidad”.