Detrás del auge en algunas actividades del campo mexicano, un sector que presume haber resistido al impacto de la pandemia de Covid-19, hay una mancha indeleble: el consumo de metanfetaminas, específicamente del cristal. Se trata de una droga dura a la cual recurren jornaleros para resistir sus extenuantes tareas, misma que, de acuerdo con diversos testimonios, es proporcionada por los mismos contratistas.
El epicentro del problema, revelaron, se encuentra en Oaxaca y Michoacán, pero también se extiende al norte del país, en el Valle del Yaqui. El primero, es un estado “exportador” de mano de obra; ahí se dan cita contratistas que llevan a personas a otras entidades del país a trabajar en el campo, principalmente a los del norte, como Sonora y Sinaloa; en tanto, el segundo es el mayor productor de aguacate, una de las principales agroexportaciones.
Dichos trabajadores, reveló una fuente de la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas y Autónomas (Unorca), que por seguridad pidió no ser citada por su nombre, se enfrentan a inhumanas jornadas laborales en las que sus ingresos dependen de qué tantas horas estén activos, una situación que los ha orillado a consumir sustancias ilegales como el cristal, una droga barata que ofrece una sensación de euforia y vigor.
El problema está detectado y en la mira del gobierno. Gady Zabicky Sirot, comisionado Nacional contra las Adicciones, reveló que han descubierto un mayor consumo de metanfetamina entre la población, específicamente de cristal, detalló que el uso ha ido evolucionando, primero en zonas turísticas, pero posteriormente se encontró mayor uso entre trabajadores de maquiladoras y jornaleros.
“Hemos visto que antes se consumía en lugares turísticos de la frontera norte, pero hoy con inquietud vemos que en las maquiladoras algunos trabajadores lo usan para rendir más; hemos visto jornaleros, que para esa dura faena ingieren metanfetaminas”, dijo Zabicky Sirot el 6 de septiembre de 2020, al participar en una de las conferencias vespertinas para informar sobre el Covid-19.
Al exponer el tamaño del problema, Zabicky Sirot explicó por qué los trabajadores recurren a esa sustancia: “La Segunda Guerra Mundial se peleó por todos los ejércitos bajo el efecto de las metanfetaminas, debido a que esa droga hace de un ser humano un soldado que no come, no duerme y está lo suficientemente enardecido y estimulado para salir al campo de la batalla”.
Modus operandi
En el caso específico de Oaxaca, detalló Flavio Sosa, activista y representante de la organización social Comuna, el problema parte de la profunda pobreza que enfrenta el estado, la cual ha obligado a su población a emigrar a otras entidades para trabajar principalmente como jornaleros, lejos de sus familias.
El problema, explicó, es que los contratistas que los llevan principalmente a los campos agrícolas de Sinaloa, sólo ofrecen trabajo temporal, por lo que los jornaleros laboran hasta que su cuerpo resista para juntar dinero que les servirá para subsistir el resto del año, no obstante, lo hacen bajo condiciones de sobreexplotación e inhumanas.
En estas circunstancias, los contratistas juegan un papel perverso, pues ellos ganan por comisión, es decir, sus ingresos dependen del trabajo de los jornaleros.
En este sentido, Sosa detalló que son los mismos contratistas, quienes muchas veces están ligados a los cárteles del crimen organizado, los que dan una “solución” al trabajador al ofrecerle una sustancia que le permitirá “rendir” más y así ganar una mayor cantidad de dinero para su familia: el cristal, droga que incluso les fían.
“Hay una mancha en el sector agrícola mexicano. En Oaxaca la pobreza es alarmante, por eso la gente acepta ir a trabajar en condiciones de esclavo 15 horas al día, a 3 o 4 días en autobús de su lugar de origen. En los campos se vuelven adictos y luego regresan con esa necesidad, por eso el cristal se ha instalado en Oaxaca, lo podemos encontrar en todo el estado y las autoridades no hacen nada”, señaló.
Estragos del aguacate
Con una producción de más de un millón y medio de toneladas, México es el líder mundial en cultivo y exportación de aguacate, que sólo en 2020 dejó ingresos al país por 2 mil 900 millones de dólares; sin embargo, detrás del éxito del “oro verde” se encuentra la sombra del cristal, pues dicha droga es usada por muchos jornaleros para cosechar el fruto.
Michoacán es el principal productor de aguacate del país, pero también es un estado invadido por los cárteles de la droga, una mala combinación, señaló a La Jornada la fuente de la Unorca, pues esto ha propiciado un mayor consumo entre la población.
Este consumo, dijo, se ha trasladado a los campos agrícolas, sobre todo de aguacate y zarzamoras, donde el trabajo de sol a sol es arduo, con el detalle de que los jornaleros, encargados de cosechar dichas frutas, ganan dinero dependiendo de la cantidad de cajas que logren llenar, las cuales posteriormente se empacan y envían a Estados Unidos.
“Hemos detectado que en los huertos de varios municipios de Michoacán, son los mismos jefes de cuadrilla (contratistas) los que ofrecen la droga a los jornaleros. Ellos ganan por comisión, es decir, mientras más cajas llenan los trabajadores, mayor es su tajada, por tanto se aprovechan y ofrecen el cristal con la promesa de que los ayudará a no cansarse, a ganar más”, explicó.
Detalló que el cristal produce un estado de euforia, lo que les da valor para subirse a árboles de entre 8 y 20 metros sin ningún tipo de seguridad.
Este problema no es exclusivo de los hombres, pues han detectado en los campos de zarzamora, donde la mayoría de las personas que recolectan el fruto son mujeres, mismas que además de cumplir con una jornada laboral regresan a su hogar a realizar sus tareas y cuidar a sus hijos, lo que las orilla a buscar alternativas para resistir.
“El consumo de cristal se da en todo el cinturón aguacatero: Tacámbaro, Ario de Rosales, Salvador Escalante, Uruapan y Taretan, pero también en otras partes como Los Reyes, Zamora, Tancítaro y hasta Paracho. El impacto no sólo se da en donde se cultiva, se extiende a los lugares proveedores de la mano de obra”, apuntó.
En 2020, de acuerdo con datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, las exportaciones agroalimentarias generaron ingresos al país por 39 mil 525 millones de dólares, monto ligeramente inferior a los 40 mil millones de dólares que ingresaron por remesas, y 5 por ciento superior al monto de 2019. Lo anterior, en un año en el que la mayoría de las industrias cayeron como consecuencia de la pandemia.
Si bien el campo ha mostrado ser un motor fundamental para la economía, se debe analizar a qué precio, resaltaron las fuentes consultadas, pues la precariedad en la que viven sus trabajadores los ha orillado a recurrir una sustancia sumamente peligrosa para su salud, además de que poco a poco deteriora a la sociedad. “El cristal es una mancha en el campo mexicano”, coincidieron.