Geometrías, abstracción y soledades convocadas por Vicente Rojo, bordadas en la bandera de la libertad que llegó desde un barco que dejó atrás el horror de la guerra para dibujar una nueva patria, se exponen en la exposición Una trayectoria, una colección que se inauguró en el Centro Cultural Estación Indianilla el pasado jueves como un homenaje al artista de origen español, fallecido en marzo pasado. “La cultura es el único antídoto contra la barbarie”, se recordaron sus palabras.
La escritora Bárbara Jacobs, compañera de vida del artista, así como Vicente Rojo Cama, asistieron a la apertura de la muestra en la galería en la colonia Doctores. Su hijo expresó: “Todavía no puedo hablar mucho de mi padre”.
“Quisiera que mis pinturas y esculturas tuvieran la virtud de reflejar, como en un juego de espejos, dos soledades, la del creador y la del posible espectador, que le permita a éste reinventar la obra, decidir sus emociones e incluso alterar la intención del autor”, son palabras de Rojo que acompañan las 47 piezas que el pintor y grabador otorgó entre 1976 y 2009 como parte del programa Pago en Especie de la de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
Intuición e inventiva
El óleo Espacio en Puga, de 1965, inició esa fructífera contribución que incluyó obras de sus series más reconocidas, como México bajo la lluvia, Volcanes, Códices y Escenarios. En marzo pasado, para celebrar el cumpleaños 89 del artista, la SHCP publicó un video con una entrevista sobre su vida y trayectoria. Rojo falleció unos días después. La exposición recién inaugurada prolonga el homenaje a uno de los artistas mexicanos más destacados.
Durante la inauguración, Adriana Castillo, directora de promoción cultural y acervo patrimonial de la SHCP, afirmó que Rojo “bordó sus obras de arte en la bandera de la libertad: autor experimental se apartó de lo figurativo, en el lenguaje de la pintura apareció el puro producto de su intuición e inventiva. Realizó cuadros, grabados, esculturas, diseño gráfico y la edición de libros”.
En este país, donde “creyó nacer de nuevo cuando veía a sus hijos y nietos, era un trabajador incansable en la vida, que era sinónimo de empeñarse por una cultura civilizadora que favoreciera el desarrollo individual y colectivo, y que propiciara la emergencia de utopías”.
Marina Núñez Bespalova, subsecretaria de Desarrollo Cultural federal, recordó que desde 1949, cuando llegó de su natal Barcelona a México, adoptó a esta patria como suya. “Su mente curiosa, reflexiva y disruptiva le permitió en las distintas disciplinas artísticas algunos de los elementos nacionales más emblemáticos”. También, apuntó, no se podría entender el desarrollo del diseño editorial y la escultura contemporánea, la abstracción en el arte mexicano o la interdisciplina de las artes en México sin su obra.
Timbre postal en su honor
La periodista y escritora Elena Poniatowska participó en la cancelación de un timbre postal dedicado a Vicente Rojo, para celebrar su vida y obra con una estampilla que recupera la pintura Proyección geométrica (1996), elemento de la memoria histórica de México, como señaló Rocío Bárcena, directora del Servicio Postal Mexicano.
Arturo Herrera, titular de la SHCP, hizo “anotaciones personales”, pues mencionó que visitó a Vicente Rojo unos días antes de su fallecimiento, y recordó sus palabras: “La imaginación es una llama tan necesaria para el artista, como para el científico. Sólo se puede echar a volar si se tienen los pies bien puestos sobre la tierra”. El homenaje al pintor se transformó en un desfile de reconocimientos al secretario de Hacienda, quien recientemente fue propuesto como gobernador del Banco Nacional de México.
Isaac Masri, director del Centro Cultural Estación Indianilla, después de dedicar un minuto de aplausos, realizó la donación del libro Círculo de horizonte, de Vicente Rojo y el poeta Alberto Blanco. Entre sus páginas resguarda litografía y grabado, hecho con hilo de lino tejido a mano, y letras impresas a la antigua, con tipos de plomo letra por letra. Calificó de inédita la exposición, pues se compone de obras que iban del taller directamente a las bodegas de la SHCP. “Hoy la tenemos ante ustedes; es la historia de 51 años de cumplir con sus obligaciones y de ser siempre un caballero del pincel, de la escultura y del arte gráfico”.