En pleno escenario y cuando mejor conectaba con el público, Papa Wemba sufríó un paro cardiovascular y murió de inmediato.
Ese día, 24 de abril de 2016, en la ciudad de Abidjan, se llevaba a cabo la cumbre del IX Festival de música Urbana Anoumabo, y Papa Wemba era la estrella principal. El soukous se escuchaba por todo lo alto y la muchedumbre entregada a la fiesta y el goce danzario, apenas si se percató de lo que sucedía en la tarima. Papa se desplomó y algunos de sus músicos trataban de reanimarlo. Todo fue inútil, el mayor exponente de la rumba congoleña había fallecido tal como quizá lo deseara “con las botas puestas”.
Después, del concierto devino el duelo y los marfileños fueron los primeros en sentirlo. “Lamentamos profundamente su muerte y nuestro pueblo se une al dolor junto a miles de sus admiradores en todo el mundo”, declaró el presidente de Costa de Marfil, Alassane Ouattara, en un mensaje enviado a su homólogo de República Democrática del Congo (RDC), Joseph Kabila.
A las manifestaciones internacionales de solidaridad por el deceso de Kikumba, como le decía de cariño, se sumó Francia mediante una nota del Ministerio de Asuntos Exteriores:
“Papa Wemba marcó la historia de la cultura congoleña al reinventar la rumba, un fenómeno artístico universal, al cual se junta el legado de la Sociedad de Artistas y Gente Elegante (Sapeur), que él creó y constituyó un fenómeno social más amplio”.
Maman Sambo Sidikou, representante especial del Secretario General de la ONU en la República Democrática del Congo calificó al creador de “leyenda y artista de gran talento que elevó a nivel mundial la música y la cultura congoleña y de toda África en general”.
Por su parte, la escritora y crítica estadunidense Margalit Fox calificó a Wemba en el New York Times como “uno de los principales representantes de África en la música del mundo, ampliamente admirado por su dulce y flexible voz de tenor, cantando en francés y su nativo lingala” (lengua bantú del noroeste de la RDC).
Según Fox, el excéntrico y, a la vez, elegante creador “fue internacionalmente reconocido como el rey de la rumba-rock por sus optimistas números, vibrantemente bailables, que fusionan el pop africano con un mar de músicas del mundo”.
Papa Wemba
Nacido el 14 de junio de 1949 en la localidad central congoleña de Lebufu bajo el nombre de Jules Shungu Wembadio Pene Kikumba, Papa Wemba saltó a la fama al dar a conocer la nueva sonoridad africana conocida como rumba congoleña, misma que recreó y llevó a los escenarios con la banda Zaiko Langa Langa, en primera instancia, y luego con las agrupaciones Isifi y Viva la Música, con la que justamente participaba el día de su muerte.
La rumba congoleña (como ya lo hemos comentado) no es otra cosa que ritmos nativos del Congo mezclados con expresiones tonales provenientes de la diáspora americana y caribeña como el son y la rumba cubana, el merengue dominicano o el soul y rap estadunidense que el buen Papa acopló sabiamente integrando instrumentos musicales contemporáneos.
La música de Papa Wemba se identifica también con el soukous (del francés secouer, “sacudir”), un género bailable, muy popular en el continente entre 1930 y 1940, conocido también como lingala o Congo en los dos antiguos territorios congoleños, el belga y el francés, y de lo que en la amplia discografía del autor congoleño encontramos suficientes ejemplos.
La trayectoria de Papa Wemba estuvo signada por ingentes presentaciones dentro y fuera de África, así como numerosas colaboraciones con superestrellas de la música pop-rock jazz y soul como el británico Peter Gabriel, el camerunés Manu Dibango y la estadunidense Aretha Franklin.
Su obra ha sido, además, motivo de estudio por musicólogos e investigadores que concuerdan en ubicar su legado como una referencia obligada en el desarrollo de la música popular africana (MPA).
El famoso estudioso, John Pareles, describió su música como “cadenciosa y cinética”, un maravilloso entramado de percusión y melodía “que sintetiza el cruce de civilizaciones entre África y el resto del mundo”.
A cinco años de su deceso y ahora que se gestiona en la Unesco la designación de la rumba congoleña como patrimonio de la humanidad, recordamos a Papa Wemba como uno de sus principales impulsores.