Ciudad de México. Como un acto simbólico y artístico en memoria de los muertos y desaparecidos el 10 de junio de 1971 durante un ataque perpetrado por un grupo paramilitar, episodio violento conocido como halconazo, este sábado se plantó un árbol en lo que fue la residencia presidencial de Los Pinos, hoy centro cultural, “como un recordatorio de que en estas casas y jardines se fraguaron impunemente los actos más viles de muchos presidentes de México, entre ellos Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez”.
El pequeño árbol que se eligió, de apenas 2 metros de altura, es un roble quiebra hachas de la especie quercus rugosa, del cual se espera que en unos cuantos lustros alcance unos 25 metros de alto y una copa de unos 10 metros de diámetro.
El árbol va acompañado por una placa que a la letra dice: “El 10 de junio de 1971, el presidente de la República Luis Echeverría ordenó la masacre de una manifestación estudiantil en la Ciudad de México que apoyaba a la Universidad Autónoma de Nuevo León en la recuperación de su autonomía. Los contingentes estudiantiles quedaron cercados en las calles de San Cosme por tanques, granaderos, soldados y los Halcones al mando del coronel Manuel Díaz Escobar. Murieron ahí mismo al menos 120 estudiantes. Del hospital Rubén Leñero fueron sacados los heridos y después desaparecidos en el Campo Militar Núm 1. Intelectuales del Estado, como Fernando Benítez, Octavio Paz y Carlos Fuentes declararon su apoyo al presidente. Este árbol se plantó el 12 de junio de 2021 en memoria de los masacrados y desaparecidos porque son nuestras raíces”.
La placa incluye dos códigos QR. Uno lleva al documental Halcones: terrorismo de Estado, realizado por Carlos Mendoza, y el otro a una página que contiene información, testimonios y bibliografía sobre la matanza de Corpus de 1971.
Sitio de conspiraciones
El acto fue organizado por el músico Gabino Palomares y el artista plástico Antonio El Gritón Ortiz, quien evocó de qué manera desde 1958, Díaz Ordaz, entonces secretario de Gobernación, y el subsecretario, un joven Luis Echeverría, asistían a desayunos, comidas, cenas, fiestas y reuniones que solía ofrecer el presidente Adolfo López Mateos en Los Pinos.
“Fraguando tal vez la represión al movimiento ferrocarrilero de 1959 y comenzando la ‘costumbre’ de enviar a los disidentes políticos al Campo Militar Número 1, como sucedió con Demetrio Vallejo, o enviar a asesinar, extrajudicialmente, por medio del Ejército, a dirigentes campesinos como Rubén Jaramillo, en 1962, y luego la represión a la huelga de médicos, en 1965”, apuntó El Gritón en un texto escrito para la ocasión.
“Por los caminos y jardines de Los Pinos se conspiró durante décadas para sembrar la muerte, la corrupción y el saqueo del país; es un lugar que hay que limpiar de tanta mala vibra. La plantación de un árbol en memoria de los muertos, heridos y desaparecidos es una acción simbólica y artística, un recordatorio de que en estas casas y jardines se fraguaron impunemente los actos más viles de muchos de los presidentes de México como Ruiz Cortines, López Mateos, Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Felipe Calderón y Peña Nieto”, concluyó el artista plástico.
Las esculturas que integran el Paseo de los Presidentes, en Los Pinos, deberían ser reunidas y exhibidas dentro de una de las casas “para formar el museo del horror”, propuso.
También participaron Alberto Híjar y Severiano Sánchez Gutiérrez, quienes dieron su testimonio, y el grupo Los Nakos. Gabino Palomares comentó que la idea es recuperar el Jardín de la Memoria, en Los Pinos, con actividades para recordar la lucha social popular y que los jóvenes reconozcan que la libertad cuesta, que es producto de mucho esfuerzo y sangre.