La historia del anarquista andaluz Abelardo Saavedra Toro es interesantísima: un “‘viejo’ que decide a los 40 años meterse de activista alrededor de 1900, cuando tenía cuatro descendientes y era viudo”, relata el periodista Aurelio Fernández Fuentes, durante la presentación este sábado de su libro Saavedra: un anarquismo.
Se dijo sorprendido y especuló sobre la razón y la forma en que su bisabuelo se hizo anarquista en España. “Supongo que estaba en un café, conoció a Fermín Salvochea y el pensamiento de Bakunin. Esto lo fue calentando para entrarle, dejar a los hijos con alguien, hacer escuelas para trabajadores y su primer periódico, La voz del terruño; meterse a las huelgas e ir a las gañanerías (centros de reunión de desposeídos agrícolas)”.
Fernández Fuentes destacó que Abelardo Saavedra y otros “decidieron de buenas a primeras ir a esas cosas y los metieron a la cárcel una y otra vez. Uno hizo esto de joven, pero ellos lo hicieron más. ¿Qué pasaba por el temperamento, el cerebro y la pasión cuando decidían hacer estas cosas?”
La periodista Blanche Petrich calificó estas “aventuras de Abelardo”, publicadas por el Fondo de Cultura Económica (FCE), como una “gran crónica y reportaje, una obra académica, un gran trabajo de historiador de Aurelio, su amigo entrañable y maestro”.
Hizo una crónica de los descubrimientos en la obra de Fernández Fuentes, donde ve un Aurelio reportero. “Se pone a rastrear la historia de Abelardo Saavedra, que fue simpático, maestro, alfabetizador, gran pedagogo, agitador y comunicador; además de preso político, que fue casi su otro oficio”.
La colaboradora de este diario mencionó elementos como el anarquismo andaluz y catalán, las cargas policiales, los oficios de Saavedra, los gañanes y las huelgas campesinas, la frase “la marea de viento” en el cultivo, las detenciones del activista, así como su labor periodística y su exilio en Cuba con la misión de reforzar las ideas del anarquismo, y donde encontró el pensamiento martiano”.
En su turno, el sociólogo Armando Bartra señaló que el texto es “una historia de los movimientos sociales que se desarrollan en España y en Cuba de finales del siglo XIX y primer tercio del XX; la saga de las organizaciones, publicaciones y acciones sobre todo de los anarquistas españoles y cubanos; una biografía de un anarquista y la historia de la pesquisa que emprendió Aurelio para desentrañar el curso vital de su bisabuelo.
“Saavedra fue un activista de aquellos que están en primera línea a la hora de los chingadazos y pagan las consecuencias. Hoy poner el cuerpo significa entender la acción política como teatralización, como arriesgada coreografía contestataria, de modo que al sistema se le desafía no sólo con palabras, sino arriesgando el físico. Para los anarquistas ha sido siempre así. Saavedra ha sido ejemplo de somatización de la política.”
Hizo hincapié en que Saavedra se vinculó con México, país que nunca visitó pero conocía, en la época próxima a la Revolución, por su relación muy estrecha con los magonistas. Agregó que hay muchas similitudes con el revolucionario Felipe Carrillo Puerto, como sus creencias en la colectivización de la tierra y los medios de producción, la autogestión, la defensa del amor libre, los derechos de la mujer, la educación racionalista, el derecho de todos a la cultura y el respeto a la naturaleza.
En la charla presencial realizada en el Centro Cultural Bella Época y transmitida en línea, también participó el sicólogo e historiador José Luis Gutiérrez Molina y Verónica Ortiz, como moderadora.