“¿Conoces a Jean-Luis Jorge?”, inquirió la cineasta dominicana Laura Amelia Guzmán al director colombiano Luis Ospina al cruzarse, casualmente, en marzo de 2008, durante el 25 Festival Internacional de Cine de Miami, en el que su ópera prima, Cochochi (México, 2007, en codirección con Israel Cárdenas), fue reconocida como Mejor Filme Iberoamericano. El rostro del caleño mudó por completo.
“Soy su sobrina”, le informó la joven debutante, tras recordar un comentario casi casual de su madre, que el tío Jean-Louis tenía un amigo colombiano y de apellido Ospina. Un abrazo largo y efusivo selló lo que no sólo sería una amistad naciente, sino un proceso de colaboración para rastrear y recuperar la figura enigmática, ya para entonces olvidada del bailarín, cineasta, productor televisivo y director teatral, nacido en Santiago de los Caballeros en República Dominicana, en 1947, y fallecido en trágicas circunstancias en Santo Domingo, en 2000.
Pocas semanas más tarde se rencontraron en abril, en Buenos Aires, durante el décimo Bafici, donde solidificaron el pacto de reconfigurar y reivindicar la figura del estudiante, primero de arquitectura y luego de cine en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), donde fueron compañeros, junto con el mexicano Jorge Cosío –que trabajó con ambos como asistente de dirección. Luego mantuvieron una larga amistad que hizo que Ospina pasara temporadas con él en París y que Jean-Louis estuviera en Cali durante el rodaje de Pura Sangre (Colombia, 1982), en su intento de hacer, dice la cineasta “su cine gótico-tropical”.
Entre conversaciones y recuerdos, poco a poco fueron apareciendo cartas, fotografías, facturas, notas. Hasta que en casa de su madre, en Santo Domingo, apareció una caja con los guiones y el archivo personal de fotografía, su intercambio epistolar, entre otras “cositas”. De pronto, apareció la copia de uno de los ocho cortometrajes que filmó, resguardado en Atlanta por la ex esposa de Ospina y, muchos años después, en Francia, de sus dos largometrajes de ficción: La serpiente de la luna de los piratas (Estados Unidos-República Dominicana, 1973), filmada en Los Ángeles, y Mélodrame (Francia, 1976), rodada en París y estrenada en el Festival de Cannes.
“A pesar de que Jean-Louis filmó sus películas fuera de la República Dominicana, ambas son muy caribeñas, exuberantes, tienen ese espíritu tropical. Los personajes son ricos y complejos, melodramáticos, y hay también una nostalgia por el cine clásico, por el mundo del detrás de cámaras o de bambalinas en el caso del teatro, le encantaban el cabaret y las lentejuelas”, cuenta Laura Amelia, extasiada ante el deber cumplido.
Tótem y catarsis
Sucede que, junto con el tardío estreno, el 20 de mayo pasado, a causa de la pandemia global, de la película homenaje que ella e Israel Cárdenas realizaron a la figura de Jean-Louis, La fiera y la fiesta (República Dominicana-Argentina-México, 2019), protagonizada por Geraldine Chaplin, Udo Kier, Luis Ospina, Jaime Piña –el productor dominicano que convenció a Jean-Louis de retornar a Dominicana en 1980, cuando la Paramount prometía producir cine internacional ahí–, este fin de semana presentaron el par de filmes recuperados en la Cineteca Nacional, en el ciclo Refinado y extravagante: El cine de Jean-Louis Jorge, junto con la distribuido-ra Piano.
Cuando por fin, tanto la familia de Laura Amelia –para quien Jean-Louis siempre fue el querido tío, por la cercanía y amistad con sus padres– como los amigos de su generación, que compartieron los 20 años en que volvió a la isla, pudieron ver La serpiente de la luna de los piratas, tuvieron una gran catarsis.
“Morimos cuando la vimos. Fui con mi mamá, que era muy cercana a Jean-Louis, y con sus amigos, y gritábamos de la emoción durante la película. Fue un gran hallazgo. Me pasé años en su archivo, disfrutándolo de una manera que no te imaginas. Puro gozo y sensaciones. Y quise reflejar eso en la película. No quería que fuera lineal ni narrativa. Había tantas capas, tantas posibilidades, tantas piezas de un rompecabezas misterioso como es la vida y la obra de Jean-Louis, que nos dimos espacio para hacer un trabajo sensorial que, más que una película, es una pieza”, rememora.
Además de ser clave en la investigación por “su pasión por la memoria, por los amigos, por su generación” y de aparecer en el filme, Luis Ospina fue el encargado de mostrar este dúo de películas en el 11 Festival Internacional de Cine de Cali en 2018.
“Me metí de cabeza en el universo de las películas de Jean-Luis y siento que más que dos directores, Israel y yo, fuimos tres. Entre Jean-Luis y Luis Ospina se creó un tótem gigante, un triángulo encima de nosotros”, finaliza la directora de Jean Gentil (2010), Carmita (2013), Dólares de arena (2014) y Sambá (2017).