Ni tan tan, ni muy muy. Las expectativas tremendistas no se cumplieron, pero todos ganaron algo y por tanto tienen el incentivo para mantenerse dentro de las reglas del juego. Las sorpresas son BCS, un poco Nuevo León y, sobre todo, la Ciudad de México y las zonas conurbadas del estado de México.
La fragmentación electoral se expresará aún con más fuerza en alcaldías y municipios donde se reveló, en las elecciones de 2018, una diferenciación del voto mucho mayor.
Los perdedores. Pierde el discurso apocalíptico del fin de la democracia, pierden los intentos violentos que buscaban alejar a los votantes. Pierde la intención del discurso polarizante y racista de dividir al país en todos polos. Por más mapas ingeniosos, la fotografía del país que surge de las elecciones es la de un país fragmentado y de un electorado que vota frecuentemente de manera diferenciada.
Temas a discutir. Hay tres grandes temas a discutir con precisión empírica y conceptual. ¿Qué son las clases medias? ¿Dónde está la frontera entre lo rural y lo urbano? ¿Cómo está construido electoralmente el sistema de ciudades, desde las zonas metropolitanas hasta las pequeñas y medianas ciudades? ¿Qué quiere decir exactamente el término pluralismo? A esos temas dedicaré mis siguientes entregas.
Interumpo estas reflexiones por una triste y devastadora noticia para mí. Quisiera honrar a mi amigo Noé Beltrán Baena, quien murió el sábado después de una larga enfermedad, recordando al increíble ser humano.
Lo conocí en 1965 cuando entré a la Escuela Nacional de Economía. Nos hicimos amigos de inmediato gracias a dos grandes afectos que compartíamos. El cine y la literatura.
Juntos, con varios otros compañeros, recorrimos los azarosos caminos de la política estudiantil, del cine club de Economía, del luminoso y maravilloso movimiento estudiantil de 1968. Durante más de 15 años participé en la construcción de organizaciones campesinas y constantemente Noé se reunía conmigo y me aconsejaba.
Noé fue formador de generaciones de jóvenes en México, en Zacatecas y en muchas otras regiones. Mucho de lo que soy –con mis errores y virtudes– se lo debo, sin que se lo haya propuesto, a él.
Me acuerdo que un día en casa de Jacko les leí una pequeña nota que trataba de describirnos:
¿Éramos o somos una veintena de jóvenes?
Era abril de 1968. El pequeño círculo de amigos que formaban el grupo Juan F. Noyola de la Escuela. Organizamos el cine club de Economía, gracias al cual devorábamos lo más clásico y novedoso del buen cine. Según nosotros éramos parte de una las brigadas juveniles no autorizadas, de lo que entonces constituía un grupo de intelectuales conocido como La Mafia. Oficiaban desde luego Carlos Fuentes y Octavio Paz, pero sus enfants terribles eran Elenita Poniatowska, Carlos Monsiváis y José Luis Cuevas. El mariscal de campo, Fernando Benítez, guiaba la vida cultural del país, es decir del defe, es decir, de la Zona Rosa.
En las recientes elecciones se mostró el INE como un eficaz organizador de elecciones con un personal profesional capacitado. Ganaron los más de un millón y medio de ciudadanos que participaron en la coordinación de las casillas. Pero sobre todo los ciudadanos que ejercimos –en mas del 50 por ciento del padrón– nuestro derecho al voto.
Pienso en esos ciudadanos y me salta a la memoria el texto sobre las causas perdidas de Monsiváis. Las causas perdidas no son las causas derrotadas. Al contrario, son aquellas en donde sus personajes sin protagonismo ni egolatría, sin ambición de puesto alguno ni de homenajes, simplemente cumplen su responsabilidad y después regresan a seguir en sus rutinas cotidianas.
Por eso mismo pienso en mi querido amigo Noé, quien después de cumplir una larga vida de compromisos regresa sin aspavimentos.
Como dice Severija la artista de Baby-lon Berlin:
los milagros esperan al final.
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