La dicotomía en la obra del poeta Ramón López Velarde, las minucias en dos de sus poemas y las ediciones del autor zacatecano luego de su muerte, fueron examinadas el jueves pasado en la mesa virtual Nuevas lecturas de Ramón López Velarde, organizada por El Colegio Nacional.
Con la participación de la poeta Elsa Cross, los ensayistas Luis Vicente de Aguinaga y Fernando Fernández, así como el editor Carlos Ulises Mata, se realizó esta segunda charla sobre los acercamientos más actuales al autor de La sangre devota en el ciclo Ramón López Velarde en su centenario (1921-2021), coordinado por Vicente Quirarte.
Cross ubicó a López Velarde entre los poetas órficos por la “condición trágica de su amor y de su poesía que se funda en una paradoja”; el jerezano “quiere alcanzar lo infinito a través de lo finito, lo inmortal a través de lo mortal y, al mezclar los dos elementos, se produce una espiritualización de lo mundano y una secularización de lo religioso”.
Para el autor, Fuensanta es “paradigma y arquetipo”, describió. “No es tanto la persona real, sino la suscitadora de toda la pasión contenida en el poeta”. Para la también profesora, esa “presencia tutelar con sus tonos graves y sus visos fúnebres se tiene que contrarrestar con algo que una al poeta con la vida”.
Luego arribar a la Ciudad de México, añadió Cross, “a pesar de su adquisición de Baudelaire, la rima y el olfato, López Velarde tal vez nunca abandonó el seminario ni sus estudios de bachiller, ni tampoco a Fuensanta, aunque su tema se amplía y diversifica”.
El también poeta y traductor Luis Vicente de Aguinaga se refirió a uno de los “episodios minuciosos, empleando una expresión del mismo López Velarde”. Exploró con profundidad un fragmento de “Idolatría”, del poemario Zozobra. Detalló la corrección de la línea “y en que se instruye el ruiseñor de Alfeo”, que algunos especialistas consideraban disparate, broma, error o errata.
El editor Fernando Fernández, autor del libro sobre López Velarde La majestad de lo mínimo, que está próximo a ser publicado, tituló su alocución “La imagen más hermosa de todas las que aparecen en La sangre devota”. Sostuvo que “algunos versos muy leídos y publicados en ese libro nos hablan como si hubieran sido escritos hace poco.
“Las imágenes están cargadas de misterio, aunque sean nítidas. Han sido imaginadas y escritas hace más de 100 años y, sin embargo, se mantienen frescas como la pincelada del óleo apenas aplicada”, reseñó.
El editor Carlos Ulises Mata mencionó: “López Velarde ha padecido una posteridad editorial accidentada y ambigua. Se le rindió un funeral de Estado, pero el destino de su obra se dejó en manos de sus amigos y parientes, y, sobre todo, del azar”.