La agencia Efe difundió originalmente una nota en la que se incluía a México como parte destinataria de señalamientos intervencionistas de la vicepresidenta de Estados Unidos. Más tarde, esa agencia precisó: “Harris aclara que se refería solo a Guatemala en su comentario sobre las ONG”.
Pero dicho episodio permite analizar por adelantado la conducta de esa funcionaria que no por haberse referido sólo a Guatemala deja de mostrar un comportamiento impositivo o bravucón, que más adelante podría intentar aplicar en su relación con México.
En la nota en mención se asentaba la presunta petición de Harris al presidente guatemalteco y a Andrés Manuel López Obrador de “que dejen ‘hacer su trabajo’ sin obstáculos a las ONG y la prensa”. Una formulación en esos términos habría entrañado la convicción de que en México hay tales obstáculos, lo cual no corresponde a la realidad.
Ya el canciller Marcelo Ebrard había hecho saber al final de la visita de Kamala Harris que ese tema no se había tratado con el presidente López Obrador. Ayer mismo, la estadunidense hubo de corregirse al aceptar que sus comentarios no corresponden a México, pues la vicepresidenta, a quien en su país están señalando como falta de oficio político para los encargos que ha recibido, dijo sólo respecto al país centroamericano que “queremos asegurarnos de que hay independencia: un sistema judicial independiente, una prensa independiente, y que las organizaciones sin ánimo de lucro, las ONG, puedan hacer su trabajo sin interferencias. Eso lo dejé muy claro”.
Aprovechando el viaje, y por si más adelante se le ocurriera a Kamala tratar de transferir a México sus consideraciones sobre Guatemala, vale decirle: es cierto que el gobierno mexicano envió una nota diplomática solicitando que se frene el financiamiento de Estados Unidos a Mexicanos Contra la Corrupción y la impunidad, pero no con la intención de obstruir a tal agrupación en tanto organización no gubernamental ni en su peculiar ejercicio periodístico, sino por su utilización como parte de un proyecto político y electoral opositor, iniciado por Claudio X. González y continuado por Amparo Casar.
Sepa, Kamala, que respecto a otras ONG, algunas de ellas convertidas en negocio grupal, Palacio Nacional ha sostenido críticas y ha suprimido formas de financiamiento discrecional que operaban en el pasado, pero no hay una obstrucción a su funcionamiento como tales.
En cuanto a la prensa, no hay un solo caso de obstrucción de la tarea periodística, ni en notas o reportajes ni en cuanto a artículos, columnas y opiniones. Por el contrario, en la mayoría de los medios de comunicación llamados convencionales se publican diariamente piezas periodísticas adversas a la administración pública federal y muy en especial, y de manera hasta soez en varios casos, al Presidente.
Por otra parte, vicepresidenta: desde sus conferencias mañaneras de prensa, el presidente López Obrador suele dar respuesta proporcional a las críticas y agravios que en algunos medios de comunicación le asestan, lo cual a juicio de esta columna, nada madrugadora, es un error político, pero no por el hecho en sí de reaccionar ante lo publicado en ciertos medios, sino por darles una tribuna y una interlocución inmerecidas a lo cual, de no ser magnificado en las mañaneras, probablemente tendría lecturas y audiencias menores, reducidas a sus alcances naturales.
Por lo demás, Kamala Harris debe cuidarse de no asumir el papel de provocadora en una relación difícil entre el estadunidense Joe Biden y el mexicano López Obrador y no enredar la comunicación con Palacio Nacional ni dar vuelo a las voces electoralmente derrotadas que pretenden dibujar un escenario de autoritarismo hacia las ONG y la prensa en general.
Y, mientras la Fiscalía Especializada en Materia de Delitos Electorales, a cargo del abogado José Agustín Ortiz Pinchetti, avanza en la posibilidad de castigo a difusores de pagados mensajes de proselitismo electoral en tiempo de veda, llamados influencers, ¡hasta el próximo lunes!
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