A 50 años de la represión de aquel Jueves de Corpus, en la que el “brazo represor” del gobierno de Luis Echeverría perpetró una masacre contra estudiantes, el presidente Andrés Manuel López Obrador, como representante del Estado mexicano, ofreció a las víctimas y familiares “una sincera disculpa, un sincero perdón”, así como el compromiso de la no repetición.
Por la tarde, en una reunión privada en Palacio Nacional, víctimas de la guerra sucia y de desaparición forzada cometida por elementos de los cuerpos de seguridad y del Ejército, fueron recibidos por primera ocasión por un Presidente de la República para establecer un plan de investigación.
Antes, Vicente Fox recibió a algunos pero “todo fue una pantomima”, expusieron al arribar con expedientes bajo el brazo y, en el pecho –como siempre lo hizo Rosario Ibarra de Piedra– fotografías en blanco y negro de sus familiares.
“Me quedo con esperanza de que se puede llegar a la verdad y que se haga justicia”, dijo Tita Radilla al salir del recinto, hija de Rosendo Radilla, campesino y compositor de corridos de Guerrero, detenido ilegalmente por las fuerzas armadas en 1974.
López Obrador inició su conferencia de prensa de ayer con un mensaje a familiares de las víctimas, a quienes envió un abrazo. “10 de junio no se olvida”, exclamó en tono serio, al inicio de su conferencia diaria en el Salón Tesorería.
En referencia a los hechos del 10 de junio de 1971, apuntó que “eran los tiempos del autoritarismo, cuando se formaban grupos para reprimir a opositores”.
Ayer ofreció, “en mi carácter de representante del Estado mexicano, una sincera disculpa, un sincero perdón y el compromiso, sobre todo, de la no repetición, de que nunca más se reprima a quienes protestan, a quienes luchan por las transformaciones, por los cambios, a quienes no están de acuerdo con el gobierno y deben contar con todas las garantías para ejercer sus libertades”.
Recordó que aquel episodio, casi tres años después de la represión –también contra estudiantes– de 1968 en Tlatelolco, fue parte de la llamada guerra sucia, en la que el gobierno usaba una policía secreta que actuaba de manera ilegal. “Muchos jóvenes fueron reprimidos, desparecidos en esos tiempos y todavía sus familiares los están buscando; desde luego, los extrañan”, agregó el jefe del Ejecutivo.
Pactan mesa de trabajo
Durante la reunión vespertina, el mandatario recibió un pliego con ocho peticiones y propuso establecer un plan de investigación y búsqueda para esclarecer los hechos en torno a personas desaparecidas, algunas incluso hace más de medio siglo. Los exhortó a participar en todas las etapas de este proceso, ya que esta labor no la puede hacer únicamente el gobierno, relataron los asistentes.
Tita Radilla explicó que el acuerdo es continuar en la mesa de trabajo con la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, y si en mes y medio cuentan con una propuesta, se reunirán de nuevo con el Presidente.
La Secretaría de Gobernación tiene expedientes de desapariciones ocurridas en 1964, y se calcula que hay poco más de mil 500 casos vinculados a la guerra sucia.