Carbis Bay. En su primer encuentro cara a cara ayer, el presidente estadunidense, Joe Biden, y el premier británico, Boris Johnson, hicieron hincapié en la histórica alianza entre sus países, dejando de lado las tensiones que la aplicación del Brexit provoca en Irlanda del Norte.
Johnson aseguró haber encontrado un “terreno de entendimiento” sobre la necesidad de preservar la paz en el Ulster, que Gran Bretaña reclama como su territorio, pese a que la población católica mayoritaria quiere unificarse con Irlanda.
Este primer viaje internacional de Biden busca marcar el “regreso” de Estados Unidos al multilateralismo tras el mandato aislacionista de su antecesor, Donald Trump.
Los gobernantes firmaron una nueva Carta del Atlántico, concebida siguiendo el modelo de la que acordaron Franklin Delano Roosevelt y Winston Churchill hace 80 años, pero tomando en cuenta nuevas amenazas como los ciberataques y la crisis climática.
“Aunque el mundo ha cambiado desde 1941, los valores siguen siendo los mismos”, afirmó el premier.
Las tensiones en torno a la aplicación del Brexit en Irlanda del Norte amenazaban con empañar el encuentro. A Biden, muy orgulloso de su ascendencia irlandesa, le desagradan los intentos de Londres de incumplir los compromisos comerciales adquiridos con la Unión Europea en el denominado Protocolo Norirlandés.
Con éste no es necesario reimponer una frontera terrestre entre Irlanda del Norte y la vecina República de Irlanda, país miembro de la UE, pero dificulta el envío de mercancías a esa región británica desde el resto del Reino Unido.
El llamado Acuerdo del Viernes Santo de 1998, alcanzado con la participación del expresidente estadounidense Bill Clinton, puso fin a la violencia entre republicanos católicos y unionistas protestantes que dejó unos 3 mil 500 muertos en 30 años de conflicto.
“Hay que proteger los progresos” registrados desde entonces, iba a decir Biden a Johnson, según contó un alto funcionario estadunidense. Pero “la idea no es entrar en confrontación ni aparecer como adversario, no ha venido a dar lecciones”, aseguró la fuente.
“Todos queremos preservar el Acuerdo del Viernes Santo y asegurarnos de que mantenemos el equilibrio del proceso de paz”, afirmó Johnson.
No lo tiene tan claro la Unión Europea, acusada por Londres de “purismo” jurídico y falta de pragmatismo. “El protocolo debe aplicarse en su totalidad”, insistió desde Bruselas la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, asegurando que planteará la cuestión en la cumbre del G–7.
Además, ambos líderes reafirmaron el compromiso de sus países con el control efectivo de armas nucleares y el objetivo de tener un mundo sin ellas, al mismo tiempo que mantienen la estrecha alineación en sus programas de disuasión y modernización nuclear.