Dos semanas atrás examiné aquí el informe Covid-19: hagamos que sea la última pandemia, del Panel Independiente de Preparación y Respuesta ante las Pandemias, copresidido por Helen Clark, ex primera ministra de Nueva Zelanda, y Ellen Johnson Sirleaf, ex presidente de Liberia, establecido hace un año por la Asamblea Mundial de la Salud. No hubo espacio para analizar las siete recomendaciones puntuales que el panel formula “para garantizar que un futuro brote no se convierta en pandemia”. Procedo ahora a resumirlas.
1. Llevar la preparación y la respuesta ante las pandemias al más alto nivel del liderazgo político. Reunir a los líderes políticos, en septiembre de 2021 en una asamblea general extraordinaria de la ONU, destinada a convenir un nuevo régimen mundial de preparación y respuesta ante las pandemias, dirigido por un consejo mundial de amenazas sanitarias, integrado por los propios líderes. Aprobar, en ese entorno y en un plazo de seis meses, un convenio marco sobre las pandemias.
2. Reforzar la independencia, autoridad y financiación de la OMS. El panel recoge y respalda diversas reformas de la OMS como organismo especializado de Naciones Unidas. En especial, excluir la relección de su director general tras un solo periodo de siete años; asegurar que las cuotas cubran al menos dos tercios del costo de los programas básicos, y “capacitar a la OMS para ejercer una función de liderazgo, convocatoria y coordinación en cuanto a los aspectos operativos de la respuesta de emergencia a una pandemia”.
3. Invertir en preparación ahora para evitar la próxima crisis. El panel propone una serie de medidas para responder a eventuales brotes de Covid-19, a través de la movilización de recursos financieros específicos para los países en desarrollo. Subraya la importancia de un monitoreo efectivo sobre la oportunidad y alcance de las mismas. En lo que quizá constituya la más polémica de sus propuestas, indica que, “[c]omo parte de la consulta del artículo cuarto con los países miembros, el FMI debería incluir de forma sistemática una evaluación de la preparación frente a pandemias, como parte de su examen de los planes de respuesta en materia de política económica”.
4. Un nuevo sistema ágil y rápido de información de vigilancia y alerta. Instalar un nuevo sistema mundial de vigilancia, transparente y técnicamente avanzado. “La Asamblea Mundial de la Salud debe autorizar a la OMS a publicar información sobre brotes con potencial pandémico de manera inmediata, sin necesidad de aprobación previa de los gobiernos nacionales”, y facultarla para investigar esos patógenos a través del acceso inmediato a los lugares pertinentes, la entrega de muestras biológicas y la expedición de visados permanentes de múltiple entrada para que los especialistas internacionales en epidemias accedan a los lugares en los que se produzcan brotes. Una apreciación pronta y acertada de tales nuevos patógenos es esencial para evitar o, al menos, contener nuevas pandemias.
5. Crear una plataforma cuyos términos y condiciones se hayan negociado previamente para acceder a herramientas y suministros. Esta plataforma universal alude a tres exigencias ineludibles: a) un mecanismo de alcance global “que proporcione bienes públicos universales como vacunas, tratamientos, medios de diagnóstico y suministros básicos”; b) garantizar la transferencia de tecnología y la concesión voluntaria de las licencias, en todos los casos en que “se haya usado financiación pública para investigación y desarrollo”, y c) “[r]eforzar las capacidades regionales en materia de fabricación, regulación y adquisición de las herramientas necesarias para lograr un acceso justo y real a las vacunas, los tratamientos, los medios de diagnóstico y los suministros básicos, así como a los ensayos clínicos”.
6. Conseguir nueva financiación internacional para la preparación y respuesta frente a las pandemias. En adición a los flujos de asistencia oficial al desarrollo, se propone crear un Mecanismo Internacional de Financiamiento para Pandemias, “con capacidad de movilizar contribuciones a largo plazo (10-15 años) por valor de entre 5 mil y 10 mil millones de dólares anuales” y capaz de “desembolsar entre 50 mil y 100 mil millones de dólares en poco tiempo en caso de crisis”. Las contribuciones se basarían en la capacidad de pago de los países, “según la cual las economías de mayor tamaño y más ricas paguen la mayor parte, con cargo a líneas presupuestarias” ad hoc. Correspondería al consejo mundial de amenazas sanitarias la administración de este fondo.
7. Los coordinadores nacionales de pandemias deben tener línea directa con los jefes de Estado y de gobierno. “Los jefes de Estado y de gobierno deben designar a los coordinadores nacionales de pandemias, quienes responderán ante ellos y tendrán la misión de dirigir la coordinación del gobierno en su conjunto en materia de preparación y respuesta frente a las pandemias.”