Cantado semanas atrás -concluido el proceso electoral, con la vacunación al alza, la pandemia a la baja, la reactivación económica cada vez más notoria y el inicio de la segunda mitad de su mandato-, finalmente el presidente López Obrador procedió a oficializar el cambio de mando en la Secretaría de Hacienda: se va el fantasma Arturo Herrera y llega Rogelio Ramírez de la O, un especialista en cuestiones económico-financieras que asesora a Andrés Manuel desde hace casi dos décadas. De hecho, en su primer intento por llegar a la Presidencia el tabasqueño lo anunciaba como su futuro titular en la citada dependencia.
Ramírez de la O (egresado de la UNAM, con un doctorado en la Universidad de Cambridge, Reino Unido) es el tercer secretario de Hacienda de la temporada. El primero fue Carlos Urzúa, quien no aguantó el paso, resultó ser una suerte de neoliberal vergonzante (de 2000 a 2003 fungió como secretario de Finanzas del gobierno del Distrito Federal, con el propio Andrés Manuel) y terminó al servicio del último secretario de Gobernación del Borolas, Alejandro Poiré (ex director del Cisen y acérrimo enemigo de AMLO), porque, según dijo, “durante mi gestión mis convicciones no encontraron eco”. Lo relevó Arturo Herrera, hasta entonces subsecretario de la citada dependencia (por cierto este funcionario también relevó a Urzúa en la Secretaría de Finanzas del gobierno del DF), quien ahora apunta para ser el gobernador del Banco de México (lo tiene que ratificar el Senado de la República), en donde todavía despacha el peñanietista Alejandro Díaz de León.
Al hacer el anuncio oficial, el presidente López Obrador dijo que “en este segundo tramo de gobierno queremos mantener –después de las elecciones federales para la integración de la nueva legislatura– la estabilidad macroeconómica, la política económica que nos ha dado muy buenos resultados porque, a pesar de la pandemia, la crisis se ha ido superando; vamos saliendo, lo hemos hecho mejor, con todo respeto, que en otros países, y no nos hemos endeudado, esto es importantísimo: todos los países, casi todos, con la pandemia, recurrieron a contratar deuda, nosotros no lo hicimos”.
En efecto, como se ha comentado en este espacio, la Cepal advierte que se ha acelerado la tendencia alcista de la deuda pública en la región ante un escenario fiscal complejo. El débito aumentó considerablemente durante todo 2020, arrastrado por los déficits fiscales históricos que se registraron luego de la puesta en práctica de los paquetes de asistencia dirigidos a la población y las empresas. Al concluir ese año la deuda pública bruta del gobierno central alcanzó en promedio 56.3 por ciento del producto interno bruto en América Latina, cifra 10.7 puntos porcentuales superior (con relación al PIB) a la registrada al cierre de 2019, y en algunas naciones roza 100 por ciento.
Se trata, dijo López Obrador, de un cambio “para bien de nuestro país. Ahora vamos a tener tranquilidad porque el movimiento que nos puso aquí en la Presidencia salió bien en las elecciones, vamos a tener la mayoría para que se cuente con el presupuesto que se requiere. El Congreso, en particular la Cámara de Diputados, tiene como facultad exclusiva la autorización del presupuesto y se necesita la mitad más uno, una mayoría simple, y eso ya se logró el domingo pasado. Esto nos permite, no sólo tener la seguridad de que vamos a contar con el presupuesto suficiente para financiar los programas de desarrollo y de bienestar, sino que también podemos hacer una proyección de presupuesto multianual hasta el 24, porque en el caso de las pensiones a los adultos mayores van a ir aumentando poco a poco hasta que en enero de 2024 el adulto mayor reciba el doble de lo que está recibiendo en la actualidad, pero para eso requerimos hacer una proyección de ingresos y también de cómo vamos a ir aumentando el presupuesto en cada una de las partidas. Que no haya nerviosismo, que no haya incertidumbre, que se lleve a cabo este relevo de manera ordenada; seguiremos con un gobierno eficiente, austero y sobrio, y que el presupuesto le llegue de manera directa a la gente”.
Las rebanadas del pastel
La yucateca Dulce María Sauri, ex dirigente nacional del tricolor, uno de los dinosaurios de ese partido y actual presidenta de la Cámara de Diputados, ayer despertó con vena chistoretera: el PRI, dijo, “no es el Judas de México”. ¡Y se quedó tan tranquila!