Carlota, montaje que se presenta todos los viernes en el Castillo de Chapultepec, ofrece un retrato femenino del siglo XIX y de su población, pero también de la ambición de la esposa de Maximiliano de Habsburgo, la cual se conoce gracias a los textos recopilados por los investigadores Konrad Ratz y José N. Iturriaga de la Fuente.
La obra de La Infinita Compañía, con dramaturgía de Rodrigo González, narra la vida de Carlota en diferentes etapas, cuando tenía 16 años, antes de casarse con Maximiliano de Habsburgo, archiduque de Austria; su vida de emperatriz en México, cuando quedó viuda y después fue declarada loca, y cuando se le recluyó en el castillo de Bouchout, donde terminó su vida.
El monólogo, en el que alternarán funciones Jessica Sandoval y María Inés Pintada, representa cómo la esposa de Maximiliano de Habsburgo va descubriendo el entramado político de México, las bondades y carencias de la población.
Basada en cartas escritas de su puño y letra, Carlota usa el flash back para que el espectador conozca a la hija del rey Leopoldo I de Bélgica y de la princesa María Luisa de Orleans.
“Me fui por el contexto de su ambición más que de su locura, porque casi siempre se aborda a Carlota desde su estado mental. Defiendo la teoría de que no estaba loca, más bien era una mujer inteligente, avanzada para su tiempo, que no tenía miedo a nada.
“Era una mujer que sabía de política, geografía, estrategias de guerra, idiomas, porque al quedar huérfana de madre a los seis años, su padre la educó igual que a su hermano. La educaron a nivel de cualquier varón de su época, por eso se sentía muy preparada y también frustrada, porque no podía tomar decisiones de gobierno sin que estuviera de por medio Maximiliano”, explica en entrevista Rodrigo González.
Desde su llegada, añade, la emperatriz se esforzó en ayudar a Maximiliano a dirigir al Imperio mexicano. En ausencia de su esposo, en viajes constantes para conocer el territorio nacional, Carlota presidió los consejos de ministros, tenía la visión de recuperar el territorio perdido por Santa Anna, un pensamiento de imperio y de conquista.
“Ella va descubriendo México, encuentra cosas que le gustan y otras que no le atraen. En su estancia en Yucatán se vuelve loca de emoción al encontrar la impresionante belleza de México, y con la visión que tiene sabe que el país puede ser importante para los imperios y monarquías.”
Rodrigo González pone énfasis en la ambición de la emperatriz, que desde su particular punto de vista es lo que la pierde, lo que la lleva a esa especie de paranoia y neurosis, que se complica a medida que pasa el tiempo y que, debido al poco conocimiento que había en esa época sobre las enfermedades mentales, es tratada de manera brutal con el encierro.
La música de la obra fue escrita ex profeso por el músico y compositor Alonso Burgos, y es interpretada en piano y cello. El vestuario está confeccionado por el diseñador Carlo Demichelis.
Carlota se presenta todos los viernes de junio a las 19 horas en el escenario de Castillo de Chapultepec, donde vivía la pareja imperial (Primera Sección del Bosque de Chapultepec s/n).