En la historia de la elección en la alcaldía Cuauhtémoc se necesita un recuento detallado del inesperado y, por lo tanto, sorpresivo resultado. Si en alguna demarcación existía seguridad del triunfo de Morena, no obstante la candidata, era en esa; así se lo habían hecho creer a la jefa de Gobierno el líder de ese partido en la capital, Héctor Ulises García, y uno de los asesores, Hugo Scherer, a quien se le acusa de ser un personaje sin lealtades políticas.
Fue tan grande el engaño que llegaron a convencer, según nos cuentan, a Claudia Sheinbaum de que no había necesidad de hacer mucho en la ciudad, que sólo se perderían dos demarcaciones y todo los demás sería para Morena, aunque ellos sabían, porque en sus manos estaban muchas mediciones que advertían de la derrota, que el triunfo, cuando menos en la mitad de las alcaldías, era más que difícil. También tenían conocimiento de los pasos de Ricardo Monreal en contra de su partido para imponer a una candidata incondicional, por ejemplo.
Y es que en Cuauhtémoc, hasta donde nos cuentan, la alianza no sabía qué hacer; es decir, se mostraba sin opciones para la candidatura a la alcaldía, y si bien Dolores Padierna tenía lo que se ha dado en llamar muchos negativos, también consideraban que era una política mañosa que aún conservaba soportes firmes de estructuras pasadas.
Hallar un perfil competitivo no parecía nada fácil. Para el PRD la propuesta debería provenir de algún liderazgo de comerciantes informales y propusieron a Diana Sánchez Barrios, que no tenía oposición por parte del PRI, pero que era impugnada por los panistas que advertían que entre las clases medias de la alcaldía nunca habría votos para ella.
Ante la inconformidad del blanquiazul, los amarillos se rindieron. El PAN se dio a la tarea de hallar un candidato, pero todas sus propuestas eran reprobadas por las mediciones internas y a ninguno le alcanzaba. El asunto y la indefinición trascendió.
Desde el Senado de la República, nos aseguran, llegó la solución. Una jugada de tres bandas: operar con los grupos organizados, el dinero de algunos empresarios y la oportunidad de ejercer venganza en contra de Sheinbaum, que les había impedido que siguieran gobernando en la demarcación a nombre de Morena. Sin alternativa de por medio, se aceptó la propuesta.
La condición, desde luego, era que fuera mujer la candidata, joven, misma que ya estaba apalabrada por el senador Monreal, dicen las fuentes. Se trataba de la empresaria Sandra Cuevas, que tenía de su lado la opinión del también senador Pedro Haces, de Fuerza por México. Después de un tanto de oposición quedó claro que nadie ofrecía las condiciones que enmarcaban su candidatura, no sólo para competir, sino para golpear a Sheinbaum. Todo esto, partes más partes menos, era del conocimiento de la asesoría y del liderazgo de Morena y nada se dijo. Hoy los arrepentimientos no sirven.
De pasadita
El susto fue mayor, pero todo se puede arreglar. Ahora el foco de atención está en la Ciudad de México, donde Morena debe recomponerse y el percance en la línea 12 del Metro debe causar una solución para aquella parte de la urbe en la que, por cierto, les recordamos que triunfó ese partido.
De todas formas el aviso en el gobierno tendrá que agradecerse, por doloroso que sea, y eso porque dará tiempo de revisar muchas cosas y a componer otras que están a la vista y que se pasaron por alto. Es hora de definiciones.