Suda frío quien fuera ajonjolí de todos los moles en el sexenio de Enrique Peña Nieto, pues la autoridad anticorrupción yale prepara la cama, de tal suerte que todo apun-ta a que ese nefasto personaje transitará, cronométricamente, por la misma ruta del ex director general Emilio Lozoya Austin. Se trata de Luis Videgaray, a quien la Secretaría de la Función Pública (SFP) inhabilitó por 10 años “para ocupar empleos, cargos o comisiones en el servicio público por acreditarse la falta de veracidad en sus declaraciones patrimoniales de tres años consecutivos, cuando se desempeñó como secretario de Hacienda y, posteriormente, de Relaciones Exteriores (a la que llegó a “aprender”).
Según la información de la SFP, desde el 11 de mayo el ex “ministro del (d) año” fue notificado de tal inhabilitación, “pero el anuncio se postergó para ayer por respeto a la veda electoral respecto de acciones de comunicación social de la administración pública federal”. En el sexenio peñanietista, Videgaray, siempre protagónico, metió la mano hasta en el más lejano rincón, desplazando a todos los integrantes del gabinete. De hecho, era público y notorio que así procedió hasta con quien, oficialmente, despachaba en Los Pinos.
La SFP detalla que en junio de 2019 ordenó iniciar la investigación patrimonial de Videgaray, “luego de conocer su posible participación en la compra irregular de la planta de fertilizantes AgroNitrogenados, la cual ocasionó un millonario daño patrimonial al Estado. La sanción impuesta es la máxima que permite la ley dentro del procedimiento de responsabilidades por las omisiones en las declaraciones patrimoniales de un servidor público y es independiente de otros procesos de investigación o sanción que pudieran estar en curso por ésta u otras autoridades”.
Pues bien, vale recordar que dos años atrás (22 de mayo de 2019), la SFP informó que Lozoya Austin fue “inhabilitado por 10 años ante la comisión de diversas faltas, como dar información falsa en su declaración patrimonial y hacer mal uso de los recursos públicos en la compra de una planta de fertilizantes”. En ese momento, ¿quién formaba parte del consejo de administración de Petróleos Mexicanos? (lo presidía, en los hechos). El mismísimo Videgaray.
Entonces, el caminito ya se conoce. Lástima que el ex “ministro del (d) año” ya no tenga de gato a Virgilio Andrade, otro execrable personaje, quien como titular de la Función Pública en tiempos de Peña Nieto, hizo de todo y puso cara de todo para justificar y enviar a la congeladora el caso de la ostentosa, cuan multimillonaria, mansión (EPN y su casa blanca) de Las Lomas y la nada despreciable de Videgaray en Malinalco, ambas cortesía de Juan Armando Hinojosa Cantú, dueño de Grupo Higa, el preferido del copetón y de los contratos públicos.
Tal vez ya con maletas en la mano y un pie a bordo de un avión con rumbo desconocido, Videgaray anunció, vía Twitter y con lágrimas de cocodrilo, que impugnará la sanción “por la vía institucional y sin litigar el asunto en los medios o en redes sociales”, no sin antes destacar que “es deber de todos los mexicanos apoyar la lucha contra la corrupción que encabeza el presidente López Obrador”. ¡Qué cara más dura!
Las rebanadas del pastel
A quienes presumen que, tras los comicios del domingo, en la mitad occidental de la Ciudad de México “vivimos los que pagamos impuestos” y en la oriental “los que reciben subsidios”, vale recordarles, más allá de su execrable racismo y clasismo, que en mayo de 2019 el Servicio de Administración Tributaria documentó que Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto condonaron impuestos por más de 413 mil millones de pesos a contribuyentes “privilegiados”; 54 por ciento de ese monto se concentró en 108 empresarios multimillonarios que desde aquellas fechas viven en la mitad izquierda de la megaurbe y nunca pagaban impuestos, mientras el dinero “perdido” por tan generosa decisión fue cargado a quienes, desde entonces, habitan la mitad derecha y no recibían subsidios. Ello, desde luego, independientemente de la descomunal devolución de impuestos a los mismos vividores del lado oeste de la CDMX, es decir, a los de siempre. Y Claudio X. González y pandilla que lo acompaña (que viven en lado occidental) sabe un rato de todo esto.