Ciudad de México. La honestidad es la fuerza que ha hecho posible que las letras de la escritora puertorriqueña Mayra Santos-Febres (Carolina, 1966) “rompan el cerco eurocentrista impuesto a la ficción literaria”, considera la autora, quien presenta en México su novela Antes que llegue la luz.
Editada por Planeta, la obra lleva al lector a esos días aciagos en los que la isla de Puerto Rico fue herida de muerte por el huracán María, en 2017. Entre la devastación y la supervivencia, quienes reconocían a la narradora en su deambular por los barrios destrozados le exigían: “toma nota, escritora. Que no se te olviden los detalles. Acabas de sobrevivir a un huracán”.
Es así como Santos-Febres enlazó su propia experiencia (en cuerpo y alma) al sentimiento comunitario de sus compatriotas para contar a detalle lo sucedido, a manera de crónica, pero también como una autobiografía que al final muestra la condición humana ante la tragedia, entre otros aspectos.
“Esta novela es un experimento de lo que no se puede narrar desde la ficción, pero sí desde una pequeña posibilidad o desde el acceso a la realidad que nos vimos obligados a enfrentar aquellos días”, explica la también poeta en entrevista con La Jornada.
Cuando se inició en la literatura, continúa, “como puertorriqueña negra afrodescendiente, insistí en narrar otras historias, porque me sorprendía que las propuestas de una interpretación de la realidad siempre salieran de Europa. Me dije: ‘¡es demasiado protagonismo!’, y eso tiene que ver con una situación de poder.
“Por mucho tiempo intenté seguir ese modelo, para ver si podía romper con el cerco tan grande de cómo debe ser la literatura o de qué temas debían tratarse en el espacio de la ficción, pero me quedaba corta, porque la realidad que nosotros vivimos en países como Puerto Rico y lo que ésta significa no cabe en un único molde.
“Me propuse entonces seguir por mi ruta, y pensé que si no me publicaban era un riesgo que tenía que correr, pero en mi obra hay una honestidad estética literaria y personal, no puedo pelear contra ella. De ahí sale Antes que llegue la luz.”
La escritora comenzó a publicar poemas en 1984 en Cuba, Argentina, Francia y Estados Unidos. Como cuentista ganó el Premio Letras de Oro (Estados Unidos, 1994) por su libro Pez de vidrio, y el Premio Juan Rulfo (París, 1996) por su relato Oso blanco. En 2000, Grijalbo Mondadori lanzó en España su primera novela titulada Sirena Selena vestida de pena (finalista del Premio Rómulo Gallegos de Novela 2001), la cual ha sido traducida al inglés, italiano, francés y que hoy sigue siendo oportuna porque aborda los enigmas de la sexualidad transgénero.
“No sufro escribiendo, hay un reto al asumir el trabajo, pero siempre es un enorme placer. La literatura poco a poco se ha ido desnudando para mí, no como un ejercicio de ego o para ver si logro la fama. Me gusta, obviamente, que conozcan mi trabajo, porque así puedo comunicar lo que siento, veo y una propuesta de mundo, pero se acabó la lucha con las editoriales y con la institución de la literatura para forzarlos a reconocer el valor de otras narrativas y culturas”, expresa con orgullo la puertorriqueña.
Reitera que es con honestidad como asume el ejercicio “de un oficio que me regaló la vida y que es la posibilidad de apalabrar una realidad desde adentro. Estoy haciendo lo que me toca y las editoriales también; por eso le agradezco a Planeta que haya apostado por mí, quizá porque también está sucediendo otra manera de vivir en el mundo: los pueblos originarios se están levantando, hay mucha literatura que se escribe en lenguajes que no son españoles, personas luchando por los derechos de los afrodescendientes para que se reconozca nuestra existencia como ciudadanos de Latinoamérica.
“Mi apuesta va por ahí. Siempre lo ha sido, pero ahora con mayor conciencia. Estamos en un momento en la historia donde nunca antes había habido tantos periodistas, profesores, investigadores o sociólogos afrodescendientes, de pueblos originarios y de quienes asumen esa mezcla e identidad, y que ya no se quieren colonizar ni asimilar a lo único y universal europeo.
“Mi novela se inserta en ese diálogo naciente, pujante, adolorido de todo lo que nos han hecho durante 500 años. Finalmente podemos hablar, discutir, examinar. Antes que llegue la luz se inserta en ese diálogo con conciencia, ya no con pelea.
“Ahora simplemente le digo al eurocentrista: hermano, ¡qué cool lo que hacen, gracias!, algunas cosas son buenas, tengo grandes amigos y, por supuesto, valores de la literatura clásica que asumo como míos, porque también lo hemos sudado, también somos parte de la cultura occidental, pero ya no representa una pelea, el huracán me liberó de eso.”
Se asume como militante no de un afrofeminismo, sino de un “feminismo de interseccionalidad. Estoy con las que queremos pelear por la justa existencia de nuestro género, con los que quieren pelear como personas feminizadas, y con los pueblos originarios que están trabajando contra el racismo y la marginación racializada. Todos ellos pueden contar conmigo, soy su aliada, y lo demuestro con cada libro que escribo. Cada una de mis novelas insiste en que nuestra presencia es valiosa para completar el mundo”.