En La machacona cuan costosa propaganda de la ultraderecha se utilizó la marcha fúnebre de Chopin como música de fondo para adelantar lo que ella vendió como “apabullante derrota” del proyecto de la 4-T en los comicios del domingo; pero se quedó con las ganas, porque tras los resultados, su enorme aparato publicitario sólo suma, nunca resta. Ello, porque, si bien va y sólo en la Ciudad de México (CDMX), lo que obtuvo fue una victoria pírrica, pues en la megaurbe obtuvo seis de 16 alcaldías (antes de las elecciones ya tenía tres: Benito Juárez, Cuajimalpa y Coyoacán).
Fuera de ahí, perdió prácticamente todo: 11 de las 15 gubernaturas en juego (mismas que ganó Morena); no pudo alcanzar la tan ansiada mayoría simple en el Congreso, lo que sí logró la 4-T, y de las manos se le fue un buen número de posiciones en el resto de la República que mantenían antes de los comicios dominicales. Entonces, ¿“apabullante derrota”?
Lo que sí hay que celebrar es que los comicios se desarrollaron en un ambiente de tranquilidad, con escasos focos de conflicto ( mapaches incluidos), en el que la ciudadanía acudió a las urnas sin mayores complicaciones. Cierto es que fue copiosa la votación, pero como en toda elección intermedia la afluencia de votantes apenas superó 50 por ciento del padrón.
En el balance, la “apabullante derrota” que pronosticó la ultraderecha y sus empleados en los tres partidos que maneja (PRI, PAN y lo escaso que queda del PRD) es el siguiente: Morena obtuvo 73.33 por ciento de las gubernaturas en juego; refrendó, junto con sus aliados, su mayoría simple en el Congreso federal y retuvo siete alcaldías de la CDMX, algo que la citada propaganda olvida mencionar. Vamos, ni siquiera puede presumir que obtuvo Nuevo León, tras el triunfo del ridículo Samuel García. Los blanquiazules conservaron Querétaro y Chihuahua; Michoacán dejó de ser perredista y los tricolores perdieron Campeche.
¿Para eso la ultraderecha gastó cataratas de dinero en una campaña realmente sucia? ¿Para eso sembró miedo, clasismo y mintió a más no poder? ¿Para perder todo y ganar 6 al-caldías? (por cierto, Morena obtuvo 58 por cien-to de los distritos en la CDMX) Demasiada in-versión para tan pocos resultados, en el entendido de que las tres apestadas empresas disfrazadas de partidos políticos que compró hicieron muy mal el trabajito. Entonces, pírrica se queda corta.
De cualquier forma, el partido en el poder debe evaluar los resultados en la CDMX y ponerse a trabajar de verdad. La jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, es una mujer muy inteligente, por lo que no puede quedarse tranquila con la declaración que hizo tras las elecciones, de que la pérdida de alcaldías es resultado de “una campaña de desprestigio”. La hubo, des-de luego, pero es mucho más que eso. La ciudadanía exige más que una lectura simplista para salir del embrollo, porque aquí cabe recordar la fábula de la liebre y la tortuga. Morena daba por hecho de que aquí nada debía temer, que su aprobación por los electores era en automático, en el supuesto que contaba con todas las ventajas que proporciona gobernar la entidad desde hace casi un cuarto de siglo. Y se dedicó a la mandanga en lugar de acercarse a la ciudadanía, resolver problemas y ponerse a trabajar.
Las rebanadas del pastel
Debe celebrarse que los comicios se desarrollaron en paz y, como dice el presidente López Obrador, que “el pueblo se manifestó y decidió quiénes deben representarlo, tanto en elecciones municipales y estatales, como en la Cámara de Diputados. Se reafirmó el camino a la democracia. Eso es fundamental, que se puedan dirimir las diferencias por la vía electoral, pacífica; se dio un paso importante, es una elección histórica. Ha habido pocas votaciones como las de ayer, y digo esto porque las de ayer fueron libres, limpias, como no sucedía en otros tiempos. Hubo desaseos, injerencias de autoridades locales pero, a diferencia de otros tiempos, no intervino el Estado, no fueron elecciones de Estado como las que se llevaron a cabo durante décadas y siglos en México. La gente se portó muy bien, los que pertenecen a la delincuencia organizada, en general bien, muy pocos actos de violencia de estos grupos; se portó peor la delincuencia de cuello blanco”.