En sus cuarteles, pendientes de sus números, los líderes de los partidos se proclaman vencedores al caer la tarde. En algunas de las 166 mil casillas y los más de millón y medio de ciudadanos se aprestan a cerrar e iniciar el recuento de boletas. La jornada electoral intermedia ya se perfila como una de las de mayor porcentaje de participación, pese a todo. Mientras tanto, Maximiliano todavía está pensando si se anima a votar o no.
Maximiliano es un decir; es un joven que prefiere identificarse con el nombre de su abuelito. Ha pasado por el plantón del movimiento cannábico 4-20 en el cruce de Insurgentes y Reforma, allá donde se encuentra la jardinera María Sabina, con el primer plantío no clandestino de la Ciudad de México, para fumar un rato con su amiga.
Y en lo que se lo piensa y arma su churro va enumerando las cosas “que no le laten”: la falta de propuestas de los candidatos, el que se haya tomado la decisión de pasar a verde el semáforo de riesgo epidemiológico sólo con fines electorales y el que ningún candidato “nos está hablando a nosotros los jóvenes”.
Karina, un poco mayor, maestra de civismo en una secundaria, no ve contradicción entre ser docente y gustar de la hierba. Va con su esposo y habla de cómo en esta sociedad “a nosotros nos relegan en todas las políticas públicas y las propuestas electorales”. Tampoco va a votar.
A su lado la escucha otro muchacho que se autodefine como nini y habla abiertamente de su convicción por el abstencionismo: “hay muchos más ninis ahora que antes: los que nos quedamos sin trabajo, atorados en la escuela con esas clases en línea que no sirven. Los candidatos les hablan a los comerciantes, a los empresarios, a los inquilinos y condóminos, a los sindicatos y hasta a los indígenas. Nadie se refiere a nosotros”.
Pese a ese rincón donde el tema electoral pasa inadvertido, tan rápido como los vehículos en las avenidas, en el resto de la gran ciudad las miles de casillas han tenido un movimiento incesante desde las primeras horas.
En una pequeña casilla contigua en la calle Costa Rica, en Tepito, a espaldas del gran tráfago tepitense, dos mujeres del barrio taclean celosamente a los electores que intentan ingresar sin su protector nasobucal y sin desinfectarse las manos. Tienen sus reservas de gel y mascarillas para esas contingencias. Adentro, en el estrecho pasillo de la vecindad, bordeada de geranios que disimulan la modestia del patio, los funcionarios de casilla se ponen y quitan intermitentemente sus mascarillas, según quien los esté observando. Las urnas transparentes ya se ven llenas.
“Todo transcurre sin incidentes, jefa”. Quien da el reporte es La Güera, la viene-viene de la cuadra.
Por aquellos rumbos de La Lagunilla y Tepito, la ley seca y las reglas de seguridad sanitarias son, digamos, relativas. Aunque el expendio de mojitos y otros cocteles sobre la avenida Almazán luce cerrado, los carritos que avanzan en sentido contrario al tráfico y las incesantes filas de cazadores de ofertas anuncian sin empacho sus micheladas y gomichelas –“¡bara, bara!”– con su marca de cerveza preferida. Llueven clientes sedientos, “porque el calor…”. Y de cubrebocas mejor ni hablar. Menos de 10 por ciento lleva uno y no siempre bien puesto.
“Pues es que la verdad –explica La Güera– aquí nos vale. Lo que sí importa es votar por el que convenga a sus intereses de cada quien. A mí, por ejemplo, me interesa quien me vaya a dar mi pensión de vejez. Ya tengo 65 años. Ya me toca, ¿no?”
En el tema sanitario, el contraste es inmenso en la alcaldía Benito Juárez, casi toda clasemediera. Las filas se ven más largas por la sana distancia, los protocolos se cumplen puntualmente, los electores se toman a pecho lo del voto secreto y se hablan en clave. “¿Lista para mandar a ya sabes quién a ya sabes dónde?”
En el viejo Mixcoac, donde hay cinco conventos o monasterios en apenas tres manzanas a la redonda, se hacen presentes los hábitos de las distintas congregaciones de religiosas. Al final del día, los resultados que se exhiben en las hojas expuestas frente a cada casilla refrendan lo que se sabe: sacar a Acción Nacional de la Benito Juárez está en chino.